El reciclaje de plásticos es algo que, aunque pueda parecer novedoso, se realiza ya desde que aparecieron a mediados del siglo XIX. Sin embargo, aunque son materiales técnicamente reciclables como los metales o el vidrio, a diferencia de estos su aspecto puede verse afectado en los sucesivos ciclos de reelaboración hasta llegar a ser irreconocibles.
Los plásticos, al reciclarse, pueden perder propiedades técnicas, pero también la transparencia, el color e, incluso, la homogeneidad de la superficie, por lo que muchos consideran que lejos de un verdadero reciclaje, lo que en realidad sucede es el temido infraciclaje o downcycling como lo bautizó William McDonough, ideólogo del concepto cradle to cradle.
La dificultad para obtener una separación perfecta por gamas cromáticas es uno de los grandes problemas en la reciclabilidad de los plásticos. Al tratar de homogeneizar el tono para lograr un acabado continuo de la mezcla de los diferentes colores, el resultado del material reciclado tiende hacia tonos grises o directamente negros, lo que reduce su aplicabilidad y, por tanto, el éxito de su reciclaje.
Dependiendo de la intensidad de los colores de base o de la presencia de blanco, resulta casi imposible obtener de nuevo un color puro y mucho menos blanco. Esta situación provoca que las posibilidades de uso y, por consiguiente, su valor disminuyan respecto al plástico virgen.
Algunos optimistas dicen que el gris es el nuevo verde, pero la realidad es que en general queremos color, por lo que una vía a explorar tal vez sea dejar de lado la homogeneización y abrir las puertas a la variedad y la heterogeneidad. Teniendo en cuenta el imperativo de la nueva economía circular de hacer desaparecer los residuos plásticos para 2030, el mundo del diseño debe invertir todo su arsenal creativo en lograr que lo que antes se consideraba poco atractivo y de baja calidad se convierta en un nuevo estándar estético.
Mil y una vidas
Continuamente se desarrollan nuevas tecnologías para el reciclaje de plásticos y casi cada día se lanzan al mercado materiales circulares con mejores propiedades técnicas, como los nuevos tejidos y espumas que ha impulsado el proyecto TheCircularLab, de Ecoembes, a partir del reciclaje de las bolsas del supermercado y el film plástico.
Como ocurre con cualquier otro tipo de materia prima, la respuesta experiencial de los usuarios es la clave para garantizar el éxito en su aplicación. Potenciar el relato que hay detrás de las mil vidas de los residuos plásticos reciclados es clave para mejorar la vinculación emocional con los usuarios y así favorecer la normalización de su uso comercial.
Hacer de la necesidad virtud
Hasta un 80% de las decisiones de compra están influenciadas por el aspecto estético. Los plásticos reciclados se caracterizan por la irregularidad de la textura, una limitada versatilidad de color y un bajo índice de reproducibilidad cromática a escala.
La madera, el material doméstico por antonomasia, también se fundamenta en la irregularidad de su superficie y una limitadísima gama cromática. Sin embargo, mientras que los plásticos reciclados están considerados feos, la madera es sinónimo de belleza. La gran pregunta es ¿por qué? ¿Y si la entrada en el interiorismo de los plásticos reciclados fuera de la mano de la misma madera, también reciclada? Los wood plastic composite, compuestos de plástico reciclado con serrín de madera, combinan lo mejor de ambos mundos y pueden ser una pasarela de entrada al hogar de manera suave, estética y limpia.
¿Terror en el hipermercado?
El 70% de los residuos plásticos procede de los envases y, según la normativa de economía circular, en los próximos años deberán reciclarse en su totalidad. Lo que puede parecer una obviedad se convierte en un reto mayúsculo entendiendo la contradicción que implica el actual estándar que impone el marketing y la realidad estética de su uso.
El cambio de paradigma va a entrar como un ciclón en los lineales de supermercado y los tonos blancos, colores puros y brillantes a los que estamos acostumbrados van a cambiar. Si lo pensamos bien, lo explícito de la estética circular puede servir como identificativo para los consumidores y que así podamos seleccionar las marcas más responsables con el medio ambiente sin necesidad de etiquetas.
Desterrando mitos
Tomando como punto de partida que la circularidad puede generar nuevos materiales con nuevas propiedades de diseño, de uso y de percepción, será posible abrir una vía de acción que nos lleve hacia una verdadera y efectiva economía circular de los plásticos ya sea por necesidad ecológica o simplemente legal para el cumplimiento de la normativa que entrará en vigor en los próximos años.
Así, se está abriendo paso el concepto del upcycling by experiential potential. Es decir, mejorar las propiedades de los materiales reciclados gracias a entender sus características experienciales. Es hora de dejar atrás el mito de que los plásticos reciclados son feos respecto a los vírgenes.
Las comparaciones son odiosas y en el reciclaje aún más. Darle la vuelta a la tortilla de los residuos requiere de grandes dosis de diseño y propuestas de valor que hagan del reciclaje de plásticos el gran objeto de deseo.