Quien esto escribe se dedica al diseño y construcción de casas con y sin jardín, y cada vez es más común encontrarse con personas que renuncian a un hermoso espacio natural exterior porque han tenido una mala experiencia previa. Suelen comentar que las tuberías se congelan –esto ocurre especialmente si son de PVC en lugar de polietileno– y que se rompen; que los programadores fallan al estar a la intemperie, algo que se evita colocándolos en arquetas, armarios o garajes, o que las raíces de algunos árboles rompen los pavimentos y estropean el entorno de la piscina. Todo ello ocurre porque han escogido las especies equivocadas, guiándose exclusivamente por su estética y sin informarse suficientemente sobre su idoneidad.
La base de un exitoso jardín, capaz de sobrevivir al más duro de los inviernos, radica en una buena planificación. Con ella no solo se evitarán los problemas comentados anteriormente, además se ahorrará dinero en reparaciones evitables y se ganará tiempo con un sistema biológico y tecnológico adecuado para que el jardín funcione con poco mantenimiento. Por el grado de competencia que se requiere para ciertos trabajos, recurrir a un profesional de la jardinería es más que recomendable. Según Enric Munill, gerente de Jardins Munill, en el diseño de piscinas, es importante evitar especies como la palmera, la magnolia o el bambú, de raíces fuertes y gran extensión, capaces de dañar severamente el vaso o la sala de máquinas. También contar con cobertores para el agua que eviten la acumulación de hojas en los skimmers.
Escoger entre las especies autóctonas de un lugar facilitará el mantenimiento y reducirá el consumo de agua, y además evitaremos la propagación de enfermedades, lo que tiene otro beneficio colateral: una menor utilización de tratamientos fitosanitarios o plaguicidas que pueden ser perjudiciales para el desarrollo de la propia planta, así como para las personas. La durabilidad y fortaleza de las especies vegetales no está reñida con la belleza que transmiten.
Algunas especies que aportan color al jardín durante el invierno en nuestra latitud, ya sea mediante el follaje, los frutos o el mismo tronco, son el liquidámbar, un árbol de hoja caduca que, antes de perder las hojas, nos regala unos tonos ocres y rojizos maravillosos; el cornejo, un arbusto de floración primaveral, pero que en otoño presenta un hermoso cambio de color a tonos vino, o el granado, un árbol de pequeñas dimensiones que en otoño se inunda de los colores rojizos y granates de su fruto.
Si dispones de algún parterre de césped natural, retira las hojas caídas rápidamente para evitar el crecimiento de hongos por descomposición. Monta sistemas de riego por goteo que no estén enterrados para que las raíces no lo rompan, y programa el riego durante la mañana, nunca por la tarde ya que la planta podría congelarse en caso de helada. Muy importante también es priorizar la planta vivaz sobre la de flor de temporada; este tipo de planta transmite una energía espectacular que emana de su propia existencia, no de las flores que muestra de forma temporal.