La primavera ha florecido en el Vitra Design Museum con una de las exposiciones más ambiciosas promovidas por la institución en los últimos tiempos. Se llama Gardens Future, y solo quienes la han proyectado saben el jardín en el que se han metido. Porque hablar de jardines no es referirse –o no solo– a flores, árboles y hortalizas. También es meterse en activismo, política, cultura, espiritualidad... Y es que, más allá de su plácida imagen, son lugares de vanguardia, un campo de experimentación para la igualdad social, la biodiversidad y el futuro sostenible.
Como resume el paisajista y filósofo Fernando Caruncho, "todo está contenido en el pequeño jarrón con una flor que tienes en la mesilla de noche". Aunque a veces haya que ir hasta Weil am Rhein, en la frontera entre Suiza y Alemania, donde está el Campus Vitra y su museo del diseño, para comprobarlo. El casting para elegir a los protagonistas y el contenido no debió de ser sencillo.
Cubierta del edificio Gustavo Capanema en Río de Janeiro, de Roberto Burle Marx (1955)
"No hubo un único criterio", revela una de las almas del proyecto, su comisaria, Viviane Stappmanns. "Seleccionamos muchas aportaciones diferentes de distintas épocas", añade. "Entre ellas figuran artistas, arquitectos, paisajistas, diseñadores... Personas que tenían sus propios jardines o eran activistas, como Liz Christy, a quien se atribuye la invención del movimiento de jardinería de guerrilla, o James Wines, un artista precursor en llevar el debate en torno a la ecología a la arquitectura en la década de 1970", explica.
La activista Liz Christy en un jardín comunitario de los que ayudó a crear en Nueva York (1970) Loggins
Naturaleza doméstica
En la muestra también hay un espacio para muchas ideas contemporáneas. Como las de la diseñadora holandesa Marjan van Aubel. "Inventó un invernadero que puede plantarse en los tejados de las ciudades y ayudar así a crear pequeñas parcelas ajardinadas de bajo consumo de agua en zonas urbanas", cuenta Stappmanns. Una vez seleccionados los artistas, había que diseñar el escenario.
Dibujo de Burle Marx para la citada cubierta (1938)
Para esta misión se contó con Andrea Trimarchi y Simone Farresin, el dúo italiano al frente del estudio Formafantasma, que resumen así su labor: "Históricamente, el jardín se ha diseñado como un espacio interior o con el objetivo de domesticar lo que se considera salvaje. El planteamiento de la exposición fue evitar el estereotipo del exterior como dimensión idealizada de la naturaleza y la libertad". Y prosiguen: "En su lugar, presenta el contenido de la muestra en un espacio que subraya la idea de lo doméstico, con el uso de asientos tapizados y superficies enmoquetadas".
la activista Liz Christy en un jardín comunitario de los que ayudó a crear en Nueva York (1970).
Alfombra roja –o, mejor dicho, verde– para este dúo que ha dado forma, a fuego lento, a este trabajo que les ha permitido mantenerse en contacto directo con una de sus principales fuentes de inspiración, la naturaleza, y sumarse así a esta revolución verde, en este caso desde el diseño y la divulgación.
Canto a la esperanza
La muestra llega en un momento delicado. Pero en un contexto de crisis climática, injusticia social, biodiversidad amenazada y aislamiento social, el jardín puede abrir una puerta a la esperanza. Porque, como demuestran, incluso el más íntimo nunca es solo un refugio personal, sino también un testigo de la evolución social e histórica, de los intereses políticos y económicos y de los sistemas de valores culturales. "No hay un centímetro del planeta que no se haya visto afectado por la actividad humana", recuerda Viviane Stappmanns.
Jardín Oudolf, de Piet Oudolf, el paisajista vivo más reputado del mundo, en el Campus Vitra en Weil am Rhein (2020)
"La pregunta que se plantean los diseñadores ahora es la siguiente: si no podemos evitar influir, ¿no podríamos hacer que esa influencia fuera menos destructiva o incluso positiva? ¿Y si entendemos nuestro entorno como un jardín que cultivar, cuidar y atender?", se cuestiona. El individualismo perdiendo fuelle ante la sugerente idea de una ciudad entendida como una comunidad, "ofreciendo espacios equitativos y ecológicos", concluye.
Boceto del proyecto de Piet Oudolf