Las personas que vivimos en grandes ciudades nos hemos acostumbrado a viajar a diario. Tardar hora y media entre ir y volver a trabajar, o utilizar el coche para realizar la compra semanal en el centro comercial es algo habitual. Hasta para disfrutar de nuestro tiempo libre nos desplazamos, los cines, teatros, museos, bares y restaurantes de moda están en el centro de las ciudades, o en centros comerciales del extrarradio en el caso de los cines.
Nos hemos habituado tanto a nuestras ciudades que muchas veces no nos planteamos si hay alguna otra alternativa pero, ¿y si encontrásemos todo lo que necesitamos en una distancia lo suficientemente corta como para poder ir a pie o en bicicleta?
Hombre montando en bicicleta
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Ciudades como Ottawa y París hablan de la “ciudad de los 15 minutos”. Quieren que todos los ciudadanos tengan acceso a los servicios básicos como trabajo, sanidad, compras, cultura u ocio a menos de quince minutos de casa.
En realidad no es nada nuevo, hace ya mucho que se habla de la ciudad de proximidad. No es otra cosa que revalorizar los barrios para que dispongan de todo lo que necesitamos, que sean como pequeñas microciudades autosuficientes dentro de la gran ciudad.
Esto tiene un gran ventaja. Una ciudad sin tantos desplazamientos no necesitaría tanto sitio para los coches. Se podría dedicar ese espacio para la movilidad descarbonizada, con carriles bici y aceras más anchas, habría más sitio para árboles y zonas verdes, algunas rotondas se podrían convertir en plazas peatonales, en zonas de juego para niños, áreas deportivas… Además ayudaría a evitar el “efecto escape”, muchos estamos deseando que llegue el fin de semana para huir de la ciudad e ir a un lugar más tranquilo y en contacto con la naturaleza. Si la ciudad fuese más humana se reducirían hasta estos desplazamientos.
Carril bici atravesando un parque
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En los años 80 y 90 se pensaba que el problema del tráfico se solucionaría dando más espacio a los coches, en la actualidad nos empezamos a plantear justo lo contrario. Menos sitio para los coches significa más espacio para lo importante. Un solo coche ocupa como doce metros de espacio en la calle, si multiplicamos esto por los millones de coches que hay en nuestras ciudades nos encontramos con nuestra realidad.
Reapropiarse el espacio público es fundamental, así como reinventar el uso que hacemos de él. Un mismo espacio puede tener diferentes funciones. Un gimnasio de un colegio podría utilizarse para personas adultas una vez que acaben las actividades extraescolares, centros de la ayuntamiento podrían convertirse en centros culturales o de exposiciones, o algunos parques podrían ser cines o teatros al aire libre.
Cine al aire libre
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El concepto de ciudad de los quince minutos puede sonar un poco utópico cuando hablamos de trabajo, ya que una gran parte de las personas que vivimos en las grandes ciudades trabajamos lejos de nuestro domicilio. La buena noticia es que el teletrabajo va en aumento. Es cierto que hay trabajos en los que no cabe la posibilidad de realizarlos desde casa, pero otros muchos sí, o que, al menos, se podrían hacer desde casa unos días a la semana. Es increíble la cantidad de desplazamientos diarios que nos ahorraríamos. Además, descentralizar la ciudad significa más vida en los barrios y, con ello, más ofertas de trabajo cercanas a nuestro domicilio. ¿A quién no le gustaría trabajar cerca de casa?
Carlos Moreno, profesor de la Universidad de Sorbona que está cooperando con el proyecto de la ciudad de París, afirma que hay seis cosas que hacen feliz a un urbanita: “Habitar con dignidad, trabajar en condiciones adecuadas, obtener provisiones, bienestar, educación y ocio.” Para tener calidad de vida se necesita tener acceso a esas funciones. En realidad, no debería ser tan complicado conseguirlo.
Librería
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Colegios, bibliotecas, librerías, espacios culturales, cines, teatros, zonas deportivas, centros de salud, restaurantes, zonas verdes... todo cerca de casa. Eso está genial, pero la ciudad de los quince minutos no solo consiste minimizar los desplazamientos y reducir la en contaminación ocasionada por la movilidad carbonizada, también es una forma de humanizar los barrios y crear redes sociales.
Revìtalizar los barrios tiene muchas ventajas. Jane Jacobs, ya en los años 60, en su libro La muerte y la vida de las grandes ciudades americanas, escribió sobre el concepto de ciudad viva y la importancia del vecindario: “Un vecindario, no es solo una asociación de edificios sino también una red de relaciones sociales. Un entorno donde los sentimientos y la simpatía pueden florecer”.
Músico en la calle
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Llevar a nuestros hijos al colegio andando, trabajar desde nuestra casa (o en un sitio cercano) y disponer de opciones de ocio variadas e interesantes no debería de ser algo extraordinario. En realidad, la movilidad moderna ha degradado mucho nuestra calidad de de vida, aparte de robarnos tiempo y arrebatarnos espacio en nuestras ciudades, ha contaminado el aire que respiramos.
Vivir en una ciudad de quince minutos no significa que nos quedemos encerrados en nuestros barrios, sino que tengamos toda oferta que necesitemos y no tengamos que ir a buscarla fuera. Está claro que siempre vamos a tener que desplazarnos para ver sitios diferentes o para visitar amigos y familiares, pero que no sea por aburrimiento o por falta de opciones.
Ciudades más humanas, menos ruidosas y contaminadas, con más espacio para las personas y con todos los servicios cerca de casa es a lo que deberíamos aspirar.