Así deberían diseñarse las ciudades para reducir su impacto medioambiental

Transformar envases plásticos o materiales de construcción en elementos del paisaje urbano ayuda a reducir los residuos y compensar el consumo de energía y recursos de las ciudades.

Banco H-bench, de studiosegers para Eco-oh!

Banco H-bench, de studiosegers para Eco-oh!

Las ciudades son el lugar donde vive la inmensa mayoría de la población y se comportan como un enorme metabolismo que devora recursos materiales y energía, y excreta residuos y humos de manera continua. Es allí donde se catalizan los mayores impactos ambientales, al ser el lugar donde la gente realiza la mayor parte de sus actividades y requiere de más productos.

Cada uno de los habitantes de las ciudades de todo el planeta genera una media de 480 kilos de residuos domésticos al año de manera directa. Y si esto parece mucho, deberíamos sumar el equivalente de los residuos de demolición de construcciones equivalentes per cápita, mayoritariamente compuestos de hormigón y sus armaduras de acero, que asciende a unas dos toneladas al año.

La economía circular habla de volver a usar los residuos en forma de productos, y las ciudades requieren de una ingente cantidad de equipamiento continuamente. ¿Es posible imaginar que los residuos generados en la ciudad se reintroduzcan en la propia urbe en forma de productos necesarios para sus ciudadanos? La idea es de una circularidad y una belleza indiscutibles.

Separadores de carril bici Zebra, de Curro Claret para Zicla.

Separadores de carril bici Zebra, de Curro Claret para Zicla.

De edificio a pavimento

Un adoquín pesa casi cuatro kilos y se puede fabricar de hormigón reciclado, por lo que con los residuos que corresponden a cada habitante se podrían pavimentar diez metros cuadrados de calle al año en una conexión sostenible entre lo que antes se alzaba como edificio y hoy cubre el suelo que pisamos. En esta línea, celosías y una infinidad de prefabricados de hormigón no estructurales incorporan grandes cantidades de residuos de demolición reciclados.

En el contenedor amarillo presente en nuestras calles se recogen los residuos de envases que pueden llegar a unos 75 kilos por persona al año. Los residuos plásticos más abundantes en la ciudad son los envases de alimentos, los cuales (exceptuando las botellas de agua y refrescos) al reciclarse sufren un fenómeno un tanto negativo que es la adherencia del olor de la materia orgánica.

Por eso, este tipo de material reciclado no es recomendable usarlo en el interior de las casas ya que puede desprender malos olores. Sin embargo, en el mobiliario urbano estos materiales no presentan ese problema ya que al aire libre y bajo el sol quedan “curados” a las pocas semanas o meses.

Con ellos se puede fabricar, por ejemplo, bancos urbanos de gran diseño como el propuesto por la firma Eco- oh!, que asimila los residuos de plástico mix generados por seis personas al año. Lo más destacable de este banco es su proceso de diseño, que lo convierte en el banco urbano de plástico reciclado de más calidad del mercado. A diferencia de la inmensa mayoría de bancos en los que únicamente se sustituye de manera directa el asiento de listones de madera por plástico reciclado, y resultan débiles y poco resistentes, Wim y Bob Segers, de studiosegers, sus diseñadores, han entendido las propiedades del material y han propuesto una forma que se sale del arquetipo para generar una nueva tipología en sí misma y que además de ser más resistente se adapta mejor a los espacios.

Losetas para parques infantiles fabricadas con caucho de neumáticos reciclados.

Losetas para parques infantiles fabricadas con caucho de neumáticos reciclados.

Circularidad urbana

La movilidad en bicicleta es un gran avance para aligerar de humos las ciudades, y su implantación también ha requerido del desarrollo de una serie de objetos necesarios para facilitar tanto la delimitación de los carriles bici como el aparcamiento de las bicicletas privadas.

El separador de carril bici Zebra, de Curro Claret para Zicla, fue el primero diseñado de su tipología y se materializó con el plástico reciclado de las fundas de cable procedente de instalaciones de edificios y aparatos eléctricos. Actualmente, y ante el increíble éxito del producto, omnipresente en las calles de nuestro país, se está fabricando con el mismo plástico mix que antes mencionábamos.

Habría que terminar de hacer el cálculo, pero entre los 90 kilos de plástico reciclado por banco y los 9 kilos por cada separador de carril bici podríamos estar dando salida a los residuos plásticos más complicados de reciclar y los que más riesgo tienen de acabar en un vertedero o exportados a países con menores controles de la contaminación para su supuesto y fraudulento reciclado.

Aunando circularidad urbana con buen diseño y un poquito de poesía, el aparcabicis Pal creado por Josep Novell y Josep Puig utiliza cinco parachoques reciclados para su producción, y junto a una función excelente nos habla del proceso de conversión de la movilidad urbana que quema combustible fósil a una movilidad limpia y sana que funciona a pedales.

Otro clásico también procedente del desguace de automóviles son las losetas de parque infantil fabricadas a partir de neumáticos reciclados. Un excelente material que mejora la seguridad y la ergonomía de los pavimentos para niños.

Pilona aparcabicis PAL, de Josep Novell y Josep Puig.

Pilona aparcabicis PAL, de Josep Novell y Josep Puig.

Lógica aplastante

Nos queda poco para asimilar una ciudad sostenible y circular vinculada a un ecosistema industrial periurbano que pueda digerir los residuos generados por la urbe y los devuelva en forma de productos reciclados en un proceso de circularidad, riqueza de diseño y compatibilidad ambiental del que cada uno de nosotros forme parte. No es difícil si lo pensamos bien; requiere únicamente trazar un plan de clasificación de los residuos, su potencial de transformación, la asociación con las industrias que den el servicio y su correcto diseño.

Se podría pensar de manera naíf que todas las ciudades contaran con sus fábricas alrededor de la ciudad en un proceso feliz e inocuo, pero obviamente no es así. Los transportes existirán siempre, pero pueden optimizarse. Importar bancos urbanos de China, como actualmente está ocurriendo con la gran mayoría del mobiliario instalado en las ciudades europeas, es absurdo y seguramente muy mejorable.

Algunos dicen que el ecologismo es ideológico; nosotros creemos que lo que ha de ser es lógico. Nada más, ni nada menos que eso.

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