La industrialización y la concentración de la población en grandes ciudades ha comenzado a pasar factura en la calidad de los ambientes en los que vivimos –pasamos prácticamente el 90% de nuestro tiempo en viviendas y centros de trabajo– y los productos que consumimos. Esto se refleja en una creciente incidencia de enfermedades asociadas a agentes de naturaleza química, física y biológica.
Carlos de Prada, periodista especializado en salud ambiental y responsable de la campaña “Hogar Sin Tóxicos”, de la Fundación Vivo Sano, señala que “no hace falta dramatizar, porque no vamos a desarrollar necesariamente una enfermedad, pero es muy importante que reduzcamos al máximo la carga tóxica debida a compuestos químicos que no vemos. Igual que nos ocupamos de limpiar la casa de microbios deberíamos reducir la presencia de agentes que favorecen el cáncer, el asma y otras muchas enfermedades”.
“Además de no introducir nuevos materiales tóxicos en casa, las dos medidas más eficaces que podemos tomar para reducir la concentración de compuestos dañinos es ventilar y limpiar el polvo”, aconseja De Prada. Abrir las ventanas durante diez minutos cada día es suficiente para renovar el aire. De esta manera se reduce la concentración de compuestos orgánicos volátiles (COV), que son emitidos sobre todo por muebles de madera aglomerada o contrachapada, alfombras, tejidos, pinturas y materiales plásticos.
Para evitar los COV, Carlos de Prada recomienda, si es posible, elegir muebles y objetos de madera maciza acabados con barnices al aceite o al agua en lugar de basados en disolventes. Igualmente se debe eliminar el polvo, que hoy en día está formado en buena parte por cientos de compuestos químicos artificiales que no son inocuos.
Otro elemento conflictivo es la pintura. De Prada advierte que no debemos lijar paredes o ventanas que conserven capas de pinturas antiguas ya que los restos podrían contener plomo. Para ese trabajo conviene recurrir a profesionales. Las pinturas actuales no lo contienen, pero conservan ingredientes potencialmente dañinos como los disolventes obtenidos del petróleo. Son los responsables del típico olor intenso que obliga a ventilar mientras pintamos. Las alternativas son las pinturas ecológicas y naturales con base acuosa.
El agua del grifo también encierra riesgos potenciales. Se recomienda filtrarla con filtros de carbón activo o resina para eliminar los trihalometanos, unas moléculas cancerígenas que se forman como consecuencia de la acción del cloro sobre los compuestos orgánicos. Los filtros se pueden colocar en la ducha, así como en el grifo de la cocina si queremos mejorar la calidad del agua para beber. Otra opción es instalar un filtro de ósmosis inversa que permite obtener agua prácticamente pura.
Con estas sencillas medidas se puede disminuir el riesgo de manera significativa, pero si se desea ir un poco más allá se puede contar con la ayuda de profesionales cualificados. Los diseñadores, aparejadores y arquitectos especializados en bioconstrucción o construcción ecológica conocen todos los factores de riesgo y las mejores opciones para evitarlos. “La buena noticia es que a la hora de acondicionar y decorar la casa existen alternativas y soluciones en prácticamente todos los casos”, concluye De Prada.