Lo último para poner la mesa: inspírate en los bodegones de Sánchez Cotán
Los frutos de la Naturaleza y los utensilios de cocina forman parte de la vida cotidiana y, a la vez, son objetos que despiertan nuestra sensibilidad estética. El bodegón atraviesa estilos y épocas.
El tiempo de las artes no es el de los relojes, parecen decir estas imágenes fotográficas actuales que nos remiten a la tradición pictórica del bodegón: frutas, verduras, hortalizas, aves y enseres domésticos tratados como motivos artísticos. Una col blanca en el centro de un pato blanco. Unos calabacines verdes en una cesta de mimbre, sobre una mesa escueta y gris. En un cuenco, sobre un mantel azul noche, una granada a medio desgranar. Sin duda, habría que volver la mirada a las jarras y fuentes de huevos de los frescos de Pompeya y Herculano si buscamos el origen de esta forma de representación visual. Pero es Cesta de frutas (1599), de Caravaggio, el que ha sido considerado, con sus uvas, membrillos, higos y su mimbre bien trenzado– como uno de los primeros y el más célebre de los bodegones. El género fue cultivado en España de forma magistral, desde Sánchez Cotán y Zurbarán hasta Picasso.
Pero ¿qué vemos en el bodegón? ¿Qué vemos en los cardos, coles, melones, pepinos y perdices de Juan Sánchez Cotán, pintor de hipnóticos y misteriosos bodegones: productos hortícolas o composiciones pigmentadas de luz y sombra? Hipnóticos, por el virtuosismo naturalista que provoca la ilusión (el trampantojo decorativo estaba de moda) de tomar lo visible por comestible. Pero ya lo aclaró el poeta Jorge Guillén: "Un bodegón no es comestible. Son solo seres imaginarios con forma y color muy concretos". La composición coloca a esos "seres imaginarios" (espárragos, quesos, panes imitados al milímetro...) en un hueco negro que es un espacio mental, donde la exactitud realista adquiere una dimensión misteriosa.
El arte de cada época convierte en seres diversamente "imaginarios" los frutos de la Naturaleza y los utensilios de cocina. El bodegón cubista (Picasso, Juan Gris) fragmenta y retuerce toda clase de enseres. A Andy Warhol le bastó reproducir latas de sopa Campbell. Pero el mediterráneo Miquel Barceló ha regresado al mercado y al puerto, en busca de motivos. Y algunos fotógrafos bañan, con la luz oscura del barroco español, un plato de ostras.