Miguel Milá (Barcelona, 1931) ha firmado lámparas que llevan más de medio siglo vendiéndose y ha acumulado tantos premios -Nacional, Compasso d’Oro, Delta...- como sabiduría diseñando solo aquello con lo que tenía algo que aportar. A esa larga lista de reconocimientos acaba de sumar la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2016 concedida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
Es un diseñador difícilmente repetible. Sobre todo porque durante más de 60 años ha buscado “acompañar y no molestar” por encima de impactar o de estar a la moda. No tiene que haber sido fácil…
Mi preocupación ha sido, resuelta la función, que es una cuestión científica, llegar a emocionar. Es mi termómetro. Cuando una forma me emociona a mí sé que voy bien. Hay un momento en que encuentras varias maneras de solucionar un problema; es entonces cuando se puede lograr una emoción si eliges el camino adecuado.
¿Cómo emocionar con muy poco? Porque usted es un defensor de la resta
La emoción es a veces un orden: que todo esté en su sitio. A mí por ejemplo me molesta mucho ver un marco con polvo encima. Cuando veo uno sucio, lo limpio. Y me quedo contento.
Su mujer estará contenta con usted...
Y yo con ella. Nos ayudamos mucho. Es una bendición que tengo.
Siempre ha sido de utilizar las manos
Sí. Coderch dijo que él diseñaba en soledad, bajo una sábana. Yo hago lo mismo. Diseño por la noche, en la cama, incluso me ayuda a dormir. Cojo el tema que más me importa. Me concentro y muchas veces es en ese momento cuando doy con la solución. Cuando me despierto digo: ya lo tengo. Soy muy intuitivo. Me di cuenta de que me pasaba esto y decidí convertirlo en un método de trabajo.
Lleva más de medio siglo ideando lámparas y bancos, y se sigue emocionando
Soy muy conservador. Me defino como un conservador progresista. Mucha gente que se considera progresista es en realidad rompedora y su progreso consiste en destrozarlo todo y volver a empezar. A mí me interesa lo contrario: aprovechar todo lo que está bien. Tanto es así que voy por la calle y si veo algo que sirve lo cojo. Una arandela por ejemplo, si la veo en la calle la recojo y la meto en un cajoncito. Estoy totalmente en contra del despilfarro. Soy hijo de la posguerra, fui educado así y no le veo ningún sentido a tirar las cosas.
Estoy en contra del despilfarro, no le veo ningún sentido a tirar las cosas
¿Como diseñador siente curiosidad ante las tecnologías y materiales disponibles?
En absoluto. Me da una pereza espantosa. Lo respeto, pero no me meto. Me veo más artesano que diseñador industrial. Fui un diseñador preindustrial porque comencé a hacer diseño antes de que hubiera industria.
Muchos de esos diseños –las lámparas TMM, TMC o Cesta– llevan medio siglo en producción
Por eso me agarro siempre a la frase del torero El Guerra: “¿Qué es lo clásico? Lo que no se puede hacer mejor”.
¿Qué productos suyos no se pueden hacer mejor?
Pocos. La TMM por ejemplo. La simplifiqué para darle la mayor utilidad posible y también para abaratarla. Es mi trabajo favorito. Explica exactamente lo que soy.
La Cesta es su diseño más icónico
Pero es una aportación menos importante. Está pensada para dar luz de ambiente y trasladar el ambiente. Partí de un globo que encontré. La pantalla la cogí de un almacén en la calle Aragón y la apliqué. Pasé por delante en moto y me paré para comprarlo.
¿Se encuentra sus proyectos?
Se me ocurren las ideas. Los encargos no me dan buen resultado. Me incomodan. Me presiona demasiado. Ya tengo bastante con mis propias presiones como para que venga alguien más a presionar. Me pone nervioso. Soy un artesano que inventa y pide a los industriales que reproduzcan lo que hago: maestro artesano. ¡Tengo el título! Se me ocurren las ideas. Los encargos no me dan buen resultado
¿Quién se lo dio?
(Silencio y baja la voz). Jordi Pujol.
¿Se siente un diseñador reconocido?
Ahora sí. Y en realidad siempre me he sentido valorado. Puede que por pocos, pero siempre. Coderch me reconoció enseguida y esto me animó enormemente.
Es un diseñador familiar. Comenzó haciendo una lámpara para su tía, de la que saldría la TMC y luego la TMM
Siempre he tenido la necesidad de que me quieran. Hago las cosas para eso. Todavía hoy.
Una de las claves que refleja su trayectoria es que ha querido, y podido, renunciar a remuneraciones para asegurarse el disfrute de lo que hace
No he producido mucho. El límite lo ha puesto mi forma de ser. A veces soy un poco vago y siempre me gusta trabajar a mi aire. He tenido la suerte de elegir royalties en lugar de pagos y por eso puedo vivir de lo que hice hace años. No tengo fortuna, pero tampoco era mi objetivo. Tengo demasiadas cosas porque además no tiro nada.