Este año se ha editado la octava edición de PET Lamp News, el periódico que uno recibe como obsequio al adquirir una PET Lamp, de Álvaro Catalán de Ocón. Al contrario que en los periódicos convencionales, aquí no se pone el acento en conflictos internacionales o en guerras ideológicas sino en el encuentro entre pueblos fruto de la cooperación, la base del trabajo de este diseñador madrileño comprometido con la artesanía.
Matilda, una de las creadoras de la colección Bolgatanga (Ghana).
¿Cómo nace PET Lamp? PET Lamp nace en 2010 de una manera muy espontánea, durante un viaje a Colombia. En 2011 organizamos el taller con artesanos desplazados por la guerrilla y en 2012 empezamos a comercializarla. Una vez visto el resultado, nos preguntamos: "¿Qué pasaría si lo internacionalizamos? ¿Si cogemos esa misma botella de plástico y la llevamos a otra cultura, con otros artesanos?". Y lo llevamos a Chile. Y funciona. Sí. Y entonces empezamos a concebir PET Lamp como un proyecto ongoing, que se va reinventando año tras año, y como un pretexto para viajar y conocer culturas. Va convirtiéndose, cada vez más, en un proyecto antropológico más que de diseño. Tiene cuatro pilares muy potentes (la reutilización, el diseño social, la artesanía y la autoproducción) que le permiten reinventarse constantemente. De Chile nos vamos a Etiopía, de Etiopía a Japón (Kyoto), de Japón volvemos a Chile, con los mapuches, y de ahí a Australia con los aborígenes australianos. De Australia viajamos a Tailandia, y este año hemos hecho el taller en Ghana.
Álvaro Catalán de Ocón en Bolgatanga (Ghana).
¿Cuál va a ser el siguiente paso? Con el confinamiento nos estamos planteando que no necesariamente tiene que ser otro país; que a lo mejor es mejor profundizar sobre los
países en los que ya hemos estado, puesto que ya hemos visitado todos los continentes. Todos los años editamos un periódico, PET Lamp news, donde actualizamos el proyecto. Y este año, en su décimo aniversario, quisimos volver atrás y entrevistar a los artesanos con los que habíamos trabajado. Y ver cómo les había cambiado su realidad. En Chimbarongo, en Chile, un artesano que no podía vivir de su labor y trabajaba como obrero ahora ha podido dejar la obra y ser autosuficiente gracias al proyecto. Hemos ido recopilando información y quizá queramos trabajar sobre ello.
Artesana de Ramingining (Australia) sobre una “alfombra” de PET Lamps.
La artesanía, ¿está viviendo una revolución? Yo tengo amigos que han estudiado la carrera de Derecho y, de repente, han decidido hacer un cambio de vida y poner una
panadería de masa madre. Y son felices. Mucho más que en una oficina malviviendo. Yo creo que ha habido un poco este salto, y esas generaciones de artesanos que habían
despreciado esta profesión a lo mejor ahora la ven como una oportunidad y también como una mirada hacia sus bisabuelos y hacia cosas por rescatar. Creo que también hubo una crisis de la artesanía cuando se volvió un souvenir, y eso ya se ha superado. Ahora empieza a verse como un objeto de uso cotidiano y como una forma de expresión personal y local, que es algo que se había perdido. En el propio diseño industrial ha habido un cambio muy interesante: antes el valor era crear una pieza y reproducirla en
miles de unidades, y que fueran todas iguales. Y ahora eso está cambiando. La escuela de Eindhoven, con Piet Hein Eek, ha fomentado mucho la idea de crear piezas serializadas, pero únicas. Es un poco lo que pasa con PET Lamp. Tú, cuando compras una PET Lamp, es una pieza única, pero está serializada.
PET Lamp Chimbarongo (Chile). Cada lámpara lleva el nombre de la localidad donde ha sido realizada.
Usted afirma que no es necesario un estilo, sino un método de trabajo. ¿Cuál es el suyo? Yo me pongo mis premisas. Una de ellas es la reproductividad del objeto, pensar que ese objeto no va a ser una pieza única. También el reduccionismo, porque creo que es un valor del diseño. Luego también se debe considerar la ecología, igual que antes
se valoraba la ergonomía. Son valores que uno tiene que ir sumando a la profesión Y, sobre esa base, me gusta hacer proyectos que no tengan nada que ver el uno con el otro, que me sorprendan. Me gusta entrar sin saber nada de nada. Como con la cerámica... Eso es. Antes de hacer cerámica, no sabía siquiera si había temperatura alta, media, baja... Y lo que eso suponía. Creo que esos niveles de total desconocimiento te dan una perspectiva diferente. Entonces, empiezo a escarbar en la esencia, en el principio básico de lo que estoy haciendo. Con la cerámica, empecé a investigar sobre los materiales básicos que la conforman. Por un lado, el barro, que la forma; por otro, el sílice, que la hace resistente al agua y la convierte en contenedor de líquido, y luego está el cobre, que la ornamenta. Es esa voluntad reduccionista lo que me mueve. Quedarme en esos tres elementos y no salirme de ahí. Y luego, buscar los orígenes de la técnica.
Fibras para trenzar en forma de lamparas
¿Cuál es el material más ecorresponsable, según su experiencia? La solución no está en el reciclaje. Yo creo que la solución está en buscar materiales biodegradables. Por eso, nosotros también hemos optado por la reutilización en vez de por el reciclaje. Preferimos coger un objeto y transformarlo. Yo creo que es ahí donde uno debiera poner la mirada. Para reciclar un plástico, tienes que recogerlo, transportarlo, llevarlo a una fábrica, derretirlo, transformarlo en otro… para luego decir que ese objeto está hecho con un material reciclable. No salen las cuentas. Lo primero que hay que hacer es dejar de producir objetos de un único uso en materiales no biodegradables.
Se planteó dedicarse a la arquitectura pero, finalmente, se decantó por el diseño. Está satisfecho con su decisión porque considera que el arquitecto está encorsetado a una normativa, con el cliente... “Aunque, muchas veces, esas limitaciones también son los puntos de partida del proyecto”.
¿Ha tomado alguna decisión profesional o vital después de la crisis del COVID-19? Este ha sido un año de la mirada hacia el detalle, hacia lo más efímero. El encuentro inesperado, sutil... Hemos visto crecer el tallito de hierba en la esquina de la ventana. Este año hemos empezado a disfrutar de esas pequeñas cosas. Eso es lo que deberíamos dejar para más adelante: cómo esa sencillez y esa búsqueda del pequeño goce te puede llevar a disfrutar del día a día tanto como irte a las Bahamas de vacaciones.