La madre de la que escribe suele presumir de que ha vivido toda la vida en el mismo barrio, primero en casa de sus padres y, más tarde, en el hogar que escogió para formar su familia.
El caso es que adora que la conozca el de la carnicería del mercado, que sepa cómo le gusta el corte. La de la droguería, porqué le avisa cuando llega el pigmento azul índigo que tanto utiliza en los cuadros que pinta. Y la de la prensa, que le guarda las publicaciones que le gustan, para que las tenga antes que nadie. Además, todos la miman desde que ella era una niña (ya han pasado lustros de aquello). Algunos hacen referencias incluso a mi abuela, al paso de las generaciones y la herencia que queda en cada uno de nosotros.
A ver, si creamos un número de Arquitectura y Diseño cada mes, religiosamente, es para que te llegue. Siempre con la intención de que nuestras páginas sean una vía de escape del día a día, una guía del mejor diseño, y un espacio para la arquitectura, la nueva y la atemporal.
Y si esto es posible es gracias a este lugar tan icónico y resistente: el quiosco. Hay algo maravilloso en la rutina de lo cotidiano, en ir a buscar el diario o la revista a esa casita de la información y el entretenimiento, más necesaria hoy que nunca. Porqué puedes ser infiel a un artista, o a un músico o a un cineasta, pero difícilmente lo eres al quiosco. Y allí vuelve mi madre, y la importancia de las costumbres, incluso el valor fundamental de cuidar nuestra ‘zona de confort’.
Estos días, los distribuidores de prensa están haciendo un esfuerzo para mantener la máxima normalidad. Éste es nuestro homenaje a un clásico, para lo bueno y para lo malo, para cuando hay que celebrar y cuando hay que contenerse.
Llevan a cabo una tarea nada fácil, que desde aquí queremos apoyar y agradecer, porque sin ellos no podríamos acercarnos a ti.
¡Muchas gracias y muchos ánimos!
#RBAContigo