Sobre las colinas que rodean San Sebastián, con una magnífica panorámica al bosque de Miramón, el eco-hotel Arima tiene algo de enorme casa del árbol y mucho de compromiso con un proyecto de sostenibilidad serio y cuidado. Proyectado por Hoz-Fontán Arquitectos y con un interiorismo que firman los reconocidos diseñadores de Tarruella Trenchs Studio, el establecimiento tiene hambre de “atemporalidad”, según sus autores, y se orquesta volcado a su entorno natural, un bosque de cambiantes colores.
Dentro del complejo Senso (que alberga una residencia de estudiantes, una cafetería, gimnasio, spa y salas de eventos), y a dos pasos del Basque Culinary Center, el Museo de Ciencia y el Planetario, en uno de los barrios emergentes de Donosti, la angulosa fachada de Arima, revestida en verticales lamas de aluminio, se acomoda y casi mimetiza entre los robles centenarios del bosque, de rojos espectaculares en otoño.
Por lo que respecta a su sostenibilidad ambiental, el hotel se ha esmerado por controlar los niveles de temperatura y humedad utilizando sistemas de bajo impacto ecológico, emplea un sistema de aislamiento acústico de baja generación y sensores que garantizan una baja concentración de CO2 en el aire. Aspira a obtener el certificado Passivhaus de eficiencia energética, gracias, entre otras medidas, a la implantación de un sistema alterno de geotermia y aerotermia para la obtención de calor y frío.
En cuanto a su interiorismo, los espacios se armonizan en torno a la máxima de sencillez aparente, la calidez y el protagonismo de los exteriores naturales. El lobby, de grandes dimensiones, enlaza interior y exterior, cambiando el recubrimiento exterior por otro más cálido en madera y continuando el pavimento de piedra blanca del exterior, no solo en la zona de recepción, sino también en pasillos y habitaciones.
La recepción, una L de cuero delimitada por una estantería de madera, de roble teñido, se enfrenta una zona de librería amueblada con sillones de cuero y contagia calidez y sensación de bienvenida. En la misma planta baja, un área de coworking con vistas privilegiadas a la naturaleza se orquesta con pufs y alfombras bajo una lámpara de hierro forjado.
En las estancias, el lema sigue siendo subrayar la belleza del entorno, las vistas y la luz. Los muebles, de líneas depuradas, combinan discreción, elegancia y polivalencia, ya que desempeñan varias funciones (así, por ejemplo, la estantería también es escritorio). En los baños, ocultos tras un vidrio tintado negro, se utilizan los revestimientos de Krion y el gres de gran formato, junto a la madera que subraya, de nuevo, la impresión de calidez.
En los pasillos, a menudo muy largos, juegos de espejos junto a las ventanas, maximizan la inmersión en el paisajes y también la iluminación teatraliza los espacios.