Barcelona se ha convertido en una de las plazas más vibrantes de la escena hotelera internacional, en consonancia con su empuje turístico. Así, en la capital catalana nadie se puede quedar dormido, a riesgo de que nuevos jugadores te saquen del campo. Para que esto no pase, habida cuenta de su privilegiada situación en el Paseo de Gracia junto a las tiendas de firma más rimbombantes del momento y a joyas modernistas como La Pedrera de Gaudí, el grupo Condes de Barcelona ha desgajado uno de los dos edificios históricos que ocupaba el hotel Condes para transformarlo en el Monument Hotel.
La carta de cócteles la firma Javier de las Muelas
La operación ha supuesto subir de categoría, de cuatro estrellas a cinco estrellas “Gran Lujo”, lo que implicó la reforma integral del edificio de inspiración neogótica que el industrial Enric Batlló encargó a finales del XIX al arquitecto premodernista Josep Vilaseca i Casanovas, autor del Arco del Triunfo de Barcelona y estrecho colaborador de Lluís Domènech i Montaner. El edificio combina ahora la estética más vanguardista con su propio legado arquitectónico, según destacan Tote Moreno y Carles Bassó, los arquitectos responsables de la remodelación, en colaboración con Oscar Tusquets.
Las escaleras recuperan su esplendor
De la edificación original se conservan la fachada, con su brillante policromía, fruto de la combinación de materiales diversos como el ladrillo de obra vista, la piedra, la cerámica y el hierro forjado. De la escalinata principal, con arcos ojivales esculpidos en mármol, se recuperaron el arrimadero floral y sus colores originales. El patio interior también vuelve a ser el que fue. Un pequeño gimnasio y su respectivo spa aguardan en la planta sótano. La azotea está en obras para albergar una piscina y una adyacente zona de ocio; para verlas abiertas habrá que esperar a después del verano.
Junior Suite
Las habitaciones son menos que antes pero más grandes, 84, de entre 24 y 85 metros cuadrados. El origen modernista del edificio se diluye en los dormitorios, pues prevalece en la decoración un estilo contemporáneo entre industrial y urbano. Los suelos de madera de roble aportan indudable confort y con el sistema de iluminación pasa en lo que casi todos los hoteles, que de primeras te haces el lío.
La responsable del interiorismo, Mercè Borrell –diseñadora a su vez de gran parte del mobiliario–, tuvo como uno de sus principales misiones "abrir el hotel a la ciudad" desde el bar y el restaurante. No en vano, Javier de las Muelas es responsable de la coctelería y Martín Berasategui, de la carta del restaurante Oria. El reto ha consistido en crear un espacio diáfano sin barreras arquitectónicas transformando las antiguas paredes de carga en una gran viga en forma de árbol invertido con un lucernario que permite la entrada de luz natural desde el techo. Y para que la sensación lumínica sea mayor y se respire esa nueva categoría de “Gran Lujo”, el color predominante es el dorado. Los que quieran experiencias gastro más fuertes, esta zona se encuentra conectada con el restaurante Lasarte, el dos estrellas Michelin de Berasategui en Barcelona.
Restaurante Oria