Este es un territorio pródigo en viñedos de montaña distribuidos en terrazas que siguen el relieve y dan aroma y sabor a los sentidos más exquisitos. En el valle del Duero portugués, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, se cultivan vides que, alimentadas por el suelo y el sol, por el agua y el aire, dan uvas con las que se elaboran vinos tintos y oportos de gran calidad.
Los huéspedes del hotel Quinta da Côrte, creado por Philippe Austruy y abierto en abril de 2018, pueden degustarlos en las mesas del comedor, en las bodegas o en la tienda. Porque se trata de un hotel y, a la vez, de una especie de templo de Baco, a partir de una finca familiar construida en el siglo xix.
Así como los vinos se nutren del agua y los minerales del lugar, también el edificio se ha reformado y ampliado con un anexo con materiales y artesanías de la región. Para ello, Austruy contó con la complicidad del interiorista con base en París Pierre Yovanovitch, quien ha realizado un ejercicio de sublimación contemporánea de la tradición local.
El río y los viñedos entran por las ventanas, en las áreas públicas y en las habitaciones, donde la piedra caliza, el esquisto, la madera y el hormigón constituyen la base material, y la cerámica de lámparas y mesillas de café y el tejido de las alfombras aportan los colores y las texturas de la famosa artesanía portuguesa. Azulejos manufacturados en los tonos de la tradición (verde bosque, azul real y rosa pálido), los cabeceros de cama inspirados en el archivo de la Fundación Gulbenkian y la colección de platos antiguos conviven con obras de arte del siglo xx.
Pero ¿qué parte del hotel es visitada con más ilusión? Sin duda, el edificio contemporáneo de tres plantas que Yovanovitch ha diseñado para el almacenamiento, la degustación y la compra de vinos, y que comportó la excavación a una profundidad de 20 metros en el basamento de esquisto. Por un suelo de piedra, entre arcos y bóvedas encaladas que evocan con pureza casi monástica las antiguas bodegas, los oficiantes del rito dionisíaco avanzan hacia una majestuosa escalera de azulejos que conduce a la planta o cumbre del placer.