Takashi Ochiai nació en Nigatta, un pequeño pueblo costero del noreste de Japón. Con quince años se mudó a Tokio, donde empezó a trabajar como pastelero. Se trasladó a Europa para seguir aprendiendo el oficio y, tras pasar por Bélgica y Londres, acabó en Barcelona, donde abrió una pastelería con su nombre, Takashi Ochiai. Corría el año 1983.
Treinta y ocho años después, la pastelería vuelve a estar de enhorabuena. Después de muchos años cosechando éxitos, Ochiai estrena local en Comte Urgell, 116. Un lugar con encanto proyectado por el estudio +o+a arquitectes que aglutina tienda-degustación, obrador y aula y en el que el pastelero puede seguir experimentando con las postres tradicionales japoneses y occidentales, haciendo las delicias de sus clientes.
El nuevo local aglutina una tienda/degustación, el Aula Ochiai y el obrador, que actúa como nexo de unión desde el interior.
Los arquitectos con sede en Barcelona han creado junto a la diseñadora SedesSitges, un espacio ideal para disfrutar de los kakigori, degustar los famosos mochiais o aprender a hacer un wagashi, parte importante de la ceremonia del té. También para probar toda la pastelería occidental; no en vano, Ochiai tiene el Premio al Mejor Croissant Artesano 2013. Este nuevo espacio gastronómico incluye una cafetería especializada en helados y un aula de formación en la que el maestro pastelero impartirá sus cursos de repostería tradicional, entre otros.
“El proyecto resuelve la relación entre los diferentes espacios necesarios para el establecimiento”, comentan los arquitectos. “Se generan dos entradas independientes, una para la zona de tienda/degustación y la otra hacia el espacio Aula Ochiai. Estos dos espacios se comunican con el obrador de la pastelería, que actúa como elemento de nexo desde el interior”, explican.
Del obrador salen delicias como croissants rellenos de albaricoque y té matcha, su premiado pannetone y la tarta selva negra, convertida en selva verde.
Unas grandes puertas de vidrio y hierro configuran la entrada a este local en el Eixample de Barcelona, capturando la mirada de los transeúntes. Una vez en el interior, se puede disfrutar de un amable y contemporáneo ambiente gracias a las paredes de ladrillo visto, y un mobiliario a base de madera, así como un banco metálico que recorre uno de los laterales.
La combinación de los materiales crea un espacio exclusivo y un ambiente relajado y trnaquilo que permite disfrutar de la degustación de los dulces de Takashi Ochiai, el hijo de una familia dedicada al cultivo de arroz que un día soñó con abrir una pastelería.