Un paseo por el hotel Passalacqua, la histórica villa italiana en la que durmió Napoleón

El hotel Passalacqua abre sus puertas a orillas del lago de Como tras una descomunal restauración en la que se ha preservado hasta el mínimo detalle, desde la esencia neoclásica y barroca del edificio que ocupa hasta sus casi tres hectáreas de jardines bucólicos.

Con este edificio, el conde Andrea Lucini-Passalacqua hizo realidad su sueño de crear una de las mayores villas del lago de Como, cosa que logró con la ayuda también del diseñador Giocondo Albertolli

Con este edificio, el conde Andrea Lucini-Passalacqua hizo realidad su sueño de crear una de las mayores villas del lago de Como, cosa que logró con la ayuda también del diseñador Giocondo AlbertolliFoto: HOTEL PASSALACQUA

Pablo Gandía
Pablo Gandía

Periodista especializado en diseño, arquitectura e interiorismo

A las familias ricas de Italia hay muchísimo que agradecerles, especialmente las ambiciones y fanfarronerías a las que siempre han acostumbrado a nivel arquitectónico. Sin ellas hoy no sería posible disfrutar de la Villa Necchi Campiglio al este de Milán, como tampoco existiría un palacete del siglo XVIII asentado sobre el pueblecito de Moltrasio junto al lago de Como, que durante los últimos tres años ha estado restaurándose de arriba abajo, sorpresa, por otra de esas estirpes adineradas del país vecino con gran interés por el patrimonio cultural. Y con buen ojo también para las joyas, porque esta villa –inaugurada a principios de junio– se la encargó un conde al que por entonces era el arquitecto jefe del Duomo de Milán, el neoclásico Carlo Felice Soave, y en sus interiores llegaron a dormir Winston Churchill y Napoleón Bonaparte.

Todo lo que cautivó a los famosos de antaño sigue intacto ahora en el hotel Passalacqua, gracias a que nada de lo que figura adentro resulta una interpretación errónea de lo de antes: sus propietarios han colaborado con pequeñas fábricas y talleres de la zona que muchas ya existían en el XVIII. El mármol que recubre los salones de la villa, el que adopta el estilo original del terrazo veneciano, está datado de 1787. En el siglo XVII empezaron los artesanos de Barovier & Toso, quienes firman la lámpara de cinco metros de altura en cristal de Murano que preside la sala de la música en la que solía tocar el piano Vincenzo Bellini. Y aunque Mariano Fortuny nació en el XIX, igual que la casa Rubelli, las míticas pantallas de seda del español y los textiles de la editora veneciana no podían faltar en el hotel. A fin de cuentas, ambos contribuyeron a engrandecer la herencia en diseño por la que se conoce el norte de Italia.

Sobre las características del Passalacqua, 27 dormitorios contempla en total repartidos entre el edificio principal, la casa del lago y los antiguos establos. No hay ni una sola habitación estándar. Todas son suites, sus suelos incorporan las baldosas de Cotto Lombardo, cortinas de tafetán de seda hechas en el pueblo de Como y por lo que respecta a sus baños, en su interior se han empleado hasta 20 tipologías de mármol italiano, no solo de las canteras de Carrara y Verona. Quien duerma aquí podrá ducharse rodeado además del mismo mármol siciliano Breccia Pontificia que reviste ciertas zonas del Vaticano, o llevarse a escondidas en la maleta los amenities que huelen al perfume exclusivo de este hotel, el Aqua Como 1787.

En la reforma tampoco se han dejado de lado los jardines. El de las magnolias permite practicar yoga aprovechando la sombra de sus árboles centenarios, mientras que el antiguo jardín de invierno es el que alberga la piscina repleta de sombrillas y tumbonas con textiles a cargo de la diseñadora JJ Martin. Y por si alguien se aburre, que aunque parezca difícil puede pasar, en el embarcadero privado del Passalacqua hay dos barcos de época –revestidos de madera y con tapizados de la marca Loro Piana- para dar una vuelta por el lago de Como. Claramente ya se puede intuir que la experiencia no está al alcance de todos los bolsillos, la tarifa por pasar una noche aquí empieza a partir de los 1.000 euros. Eso sí, con desayuno a la carta incluido.

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hotel passalacqua jardines y escalinata

Para bajar al embarcadero privado del hotel hay que descender por estas escaleras centrales de piedra, las cuales se erigen sobre una parcela que originalmente perteneció al Papa Inocencio XI.

salón azul elegante con lámpara dorada

El Salón de la Dama del Passalacqua está gobernado por una de las muchas lámparas de latón que los propietarios del hotel le encargaron a los artesanos de Florencia Il Bronzetto, quienes llevan trabajando el metal a mano durante casi un siglo de historia.

piscina con sombrilla verde y hamacas con vistas al mar

Los huéspedes del hotel pueden darse un chapuzón en esta piscina digna de una fotografía del neoyorquino Slim Aarons, pasearse por las más de 15 fuentes que hay en los jardines o echar la mañana en el huerto de la parcela, recolectando cerezas, albaricoques o kiwis según la temporada.

sala bar con butacas terciopelo rojo y chimenea antigua

Acompañado por una escultural chimenea, el bar completa la oferta gastronómica del Passalacqua que invita a los huéspedes a participar en sesiones de elaboración de pasta ad hoc, pudiendo elegir el sitio del hotel donde degustar el menú. Allá donde se prefiera, la mesa se preparará al gusto propio por el personal vestido con los uniformes de la firma de moda Giuliva Heritage.

paseo de piedra con arco y vistas al mar

Entre los árboles del jardín se puede ver un pasadizo privado que conduce a la casa del lago, uno de los tres edificios con los que cuenta el hotel.

pasillo clásico con cuadros espejo dorado y escaleras

A diferencia del palacete principal y los establos, la casa del lago del Passalacqua se ha pensado para grupos reducidos: en su interior alberga cuatro suites y un salón común con chimenea incluida.

dormitorio clásico con pared verde y cabecero de cama dorado

A través de una escalera de caracol se accede a una de las suites presidenciales, cuyas paredes se han revestido de un damasco brillante a juego con el cabecero acabado a mano.

baño clásico con lavabo de mármol, lámpara art deco y espejo dorado

Todos los espejos del hotel han sido fabricados en cristal veneciano por Barbini, una pequeña compañía familiar de 1927 autora a la vez de los cofres que esconden el mini bar de cada habitación.

dormitorio con pared verde, butaca de flores, armario pintado y espejo dorado

La familia propietaria tuvo que visitar muchísimas casas de subastas y mercadillos de antigüedades para dar con los muebles, obras de arte y alfombras de época que ahora conviven a lo largo de las 27 suites.

dormitorio de hotel elegante dorado y amarillo con techo abovedado

Las camas del Passalacqua no solo destacan por su tamaño king size: su ropa de cama la ha confeccionado la marca Beltrami en una fibra natural derivada del abedul, mucho más suave que la seda.

dormitorio de hotel verde con dorado

Al fondo del dormitorio se observa un baúl de madera hecho a medida: es la solución que ingenió la familia propietaria del hotel para esconder los televisores de cada una de las suites.

sala de estar con frescos en el techo y sofás rojos

Con frescos en los techos, la sala oval del Passalacqua ya ofrece una idea de los 21 millones de dólares que le ha supuesto la reforma del complejo a los dueños, en su día al mando del Grand Hotel Tremezzo en el lago de Como.

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