El estudio de cuáles son las mejores condiciones físicas para trabajar es una disciplina que cuenta con bases científicas. Del conocimiento de la incidencia de factores como la calidad del aire interior y los materiales de construcción, la ergonomía del mobiliario, los campos electromagnéticos y la iluminación han surgido conceptos novedosos como el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE) y su relación con diversas patologías laborales que afectan a la productividad del trabajador.
Todo ello ha llevado a la implementación de regulaciones y recomendaciones con el objetivo de crear ambientes de trabajo saludables. Desde la bioconstrucción, por ejemplo –y concretamente desde el prestigioso Institut für Baubiologie IBN de Alemania– se plantea el uso de materiales biológicos, preferentemente naturales, no tóxicos ni radiactivos, que sean transpirables y eléctricamente conductores, así como instalaciones bien climatizadas, con aire oxigenado, limpio y correctamente ionizado, usando luz natural o iluminación biológica, con el objetivo de lograr una ergonomía “invisible” que reduzca el estrés laboral, proteja la salud, elimine el absentismo y mejore el rendimiento físico e intelectual del trabajador.
Las mejores firmas del sector del contract y la iluminación llevan años reflexionando sobre la naturaleza del puesto de trabajo y desarrollando productos que promuevan un entorno confortable y creativo. La diseñadora de interiores Sevil Peach, colaboradora de Vitra, afirma que cada vez más las empresas optan por un enfoque cualitativo y menos tangible (promover la comunicación, la interacción, la autonomía personal) en lugar de especificaciones cuantitativas (tantos escritorios y sillas para un número determinado de empleados) a la hora de configurar sus entornos de trabajo.
La idea de que el trabajador se sienta “como en casa” ha conducido en la actualidad a adoptar los conceptos de flexibilidad, calidez y sociabilidad propios del hogar al diseño de mobiliario para la oficina. “Cuando trabajo en casa, me instalo en el sitio en el que me siento más cómoda y en el que puedo rendir más –comenta Peach–. Los entornos de trabajo deberían admitir y plasmar que trabajamos de distinto modo a lo largo del día”.
El resultado son productos intercambiables entre la oficina y la casa. Sofás, butacas y sillas “abrazan” al usuario con diseños, texturas y colores envolventes y agradables. Las mesas permiten configuraciones modulares para el trabajo individual o en equipo. Los sistemas divisorios se vuelven más “soft” para permitir a voluntad la concentración o las relaciones con los compañeros. La práctica desaparición del papel reduce al mínimo los sistemas de almacenamiento y favorece una disposición más despejada del puesto de trabajo. Y, cuando no es posible disfrutar de la luz natural, la iluminacióna artificial se regula en intensidad y temperatura de color para emular el ciclo de aquella y aportar la cantidad y calidad de luz requeridas, sin molestos reflejos ni deslumbramientos.
El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación ha impulsado una tendencia creciente a la “deslocalización” de determinados trabajos de la oficina convencional a la propia casa, o al uso de ordenadores domésticos simplemente como ocio. Eso significa que pasamos una gran parte de nuestro tiempo sentados delante de una pantalla. De ahí la importancia de aplicar el conocimiento científico en torno a cómo debe ser un lugar de trabajo agradable en nuestro rincón de trabajo particular.
Qué posturas adoptamos al sentarnos, cuál es la altura ideal del asiento respecto de la mesa o qué iluminación nos ayuda a pensar son valores importantes a la hora de crear un rincón de trabajo. El objetivo es que la persona se “olvide” de su cuerpo y se concentre en su actividad.
Como en todos los espacios, lo ideal en una zona de home office es que se disfrute de buena iluminación natural. Mejor si trabajamos frente o lateralmente a una ventana para evitar reflejos en la pantalla del ordenador. Una buena silla envuelve la espalda y facilita los movimientos naturales del cuerpo y ayuda a corregir posturas inadecuadas. El asiento debe permitirnos mantener la espalda erguida y alineada, con la zona dorsolumbar bien recostada contra el respaldo. La silla debe acercarse lo máximo posible a la mesa para evitar que el cuerpo se incline hacia adelante. Ambos elementos deben tener altura regulable para ajustarse a cada persona.