La exposición del año es la de Balenciaga en el Thyssen
Hasta el 22 de septiembre podrás comprobar cómo la pintura española de los siglos XVI al XX influyó en el trabajo del icónico modisto vasco.
Es la primera gran exposición dedicada al modisto que se presenta en Madrid en casi 50 años.
Admirado por todos, incluso por Coco Chanel o Christian Dior, quienes le consideraban el mayor maestro de la alta costura, el legado de Cristóbal Balenciaga sigue más vivo que nunca. Muestra de ello es una de las mejores exposiciones que podrán verse en nuestro país durante los próximos meses. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid presenta Balenciaga y la pintura española, una muestra que vincula al icónico modisto vasco con la tradición española de los siglos XVI al XX. Quienes quieran comprobar de primera mano cómo los grandes nombres de la historia del arte español influenciaron en el trabajo del diseñador podrán hacerlo hasta el 22 de septiembre.
Eloy Martínez de la Pera, el comisario de la muestra, ha seleccionado para la ocasión un total de 90 piezas de indumentaria procedentes del Cristóbal Balenciaga Museoa de Getaria, el Museo del Traje de Madrid y el Museu del Disseny de Barcelona, así como de numerosas colecciones particulares nacionales e internacionales, muchas de ellas nunca antes expuestas. En cuanto a las pinturas se ha logrado reunir un excepcional conjunto de 55 cuadros prestados por museos de ámbito nacional como el Museo Nacional del Prado, el Bellas Artes de Bilbao o el Lázaro Galdiano, por fundaciones como BBVA, Santander y Casa de Alba, y por colecciones privadas como las de Abelló o Alicia Koplowitz. Los visitantes se encontrarán con destacadas obras de nombres propios que no requieren presentación alguna: El Greco, Velázquez, Murillo, Carreño de Miranda, Zurbarán, Goya, Madrazo o Zuloaga, entre otros.
Por extraño que parezca esta es la primera vez en medio siglo que se dedica una gran exposición al icónico modisto, cuyas referencias al arte y la cultura española siempre estuvieron estrechamente ligadas. El recorrido por las salas sigue un itinerario cronológico a través de las pinturas, a las que acompañan los vestidos vinculados a cada estilo o pintor. Ya sea mediante conexiones basadas en conceptos, formas, volúmenes o parecidos cromáticos, la exposición permite conocer a Balenciaga desde una nueva y sorprendente perspectiva.
El espacio, obviamente, rinde tributo a uno de sus colores fetiche, el negro, y aglutina todos los grandes hitos de sus diseños que se han perpetuado hasta nuestros días: desde la línea barril, pasando por el semientallado, las faldas balón, el baby doll, la túnica o la abstracción tan en boga a finales de los años 60. Como muy acertadamente dijo en viva, “un buen modisto debe ser arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor para los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida”.