Lo natural es más honesto (y es tendencia)
Vestir nuestro espacio con lo que la Naturaleza nos ofrece en su estado más puro es una tendencia que nos devuelve el calor de la vida sencilla.
Angels Manzano
Periodista especializada en decoración y diseño interior
En la era de la velocidad, la tecnología, el low cost y la comunicación virtual surge una tendencia que quiere recuperar la esencia de las cosas que nos rodean para acercarnos de nuevo a la Naturaleza y a la artesanía en un intento de recuperar lo que de valor hemos perdido por el camino. Puede que el ordenador y el teléfono móvil sean ya auténticos objetos de compañía, imprescindibles para sobrevivir, pero precisamente por ello buscamos en nuestras casas, en nuestra intimidad, todo aquello que nos aporta calidez y nos facilita una relación más personal con los objetos cotidianos.
La madera sin tratar o con acabados naturales, los tejidos trabajados a mano, la cerámica que nos retrotrae a nuestros primeros ancestros, las texturas que nos unen a la tierra, los colores que vemos en el paisaje, la piedra que se ha ido formando a base de siglos, las pieles de los animales que nos alimentan, y los muebles y objetos que han sobrevivido gracias a que alguien no ha caído en la trampa del usar y tirar se instalan ahora en nuestros hogares para recordarnos de donde venimos.
No es una operación de nostalgia, más bien es un ansia de recuperar la belleza primigenia de las cosas. Este gusto por lo natural tiene, además, la virtud de crear ambientes muy personales en los que las cosas que nos envuelven expresan una sensibilidad que valora la durabilidad, la pátina que da a la materia y el diseño el paso del tiempo. Es esa necesidad que hay en todo acto creativo de mirar atrás con lentitud para poder avanzar con resolución. Los escenarios teñidos de blanco que ilustran estas páginas, con toques de tonos nude, suaves tejidos, maderas envejecidas o con formas caprichosas talladas por la propia Naturaleza, constituyen terapéuticos remansos de paz para el espíritu.