La fotógrafa Emma Hartvig, sueca, captura el baile de las mujeres con una perspectiva tranquila pero poderosa (y de aire retro).
Meticulosa e intuitiva en su enfoque, la artista dibuja escenas de las interacciones entre diferentes figuras, señalando momentos de quietud, tensión o amor, en un ensamblaje de partes móviles. En consecuencia, sus fotografías son a la vez dinámicas y calmadas, convincentes y cinematográficas. La posibilidad de conjurar emoción e historia a partir de un gesto o escena apuntala cada imagen que hace.
En esta serie, las protagonistas son un equipo de nadadoras sincronizadas y bailarinas, y Emma identifica tanto la afinidad como el drama, el espectáculo y el silencio. A través de su lente, el cuerpo es una escultura en movimiento, un recipiente que se llena de ideas y emociones.
Desde que fundó su propia familia hace un par de años, estas historias a menudo se han relacionado con la maternidad. Te recomendamos su cuenta, allí verás que se retrata a sí misma con sus hijos y a otras mujeres con los suyos. Pero, en su trabajo, este es un concepto que se expande más allá de la relación tradicional madre-hijo, para abarcar intimidad, sensualidad, naturaleza, fuerza y esperanza. Sus obras cuestionan la evolución que acompaña al proceso de convertirse en madre; una época de sentimientos crudos y sin filtrar.
Por otro lado, el mundo natural tiene una fuerte presencia en su trabajo, ya sea el agua, los afloramientos rocosos, los bosques espesos o la luz suave que ilumina sus composiciones.