Al extenderse a cualquier lugar del mundo, lejos de los barrios donde surgió, como los neoyorquinos SoHo y Tribeca, el diseño del loft ha evolucionado y el modelo se ha ampliado. ¿Puede considerarse loft una casa diáfana ubicada en un edificio de nueva planta? Hay que rendirse a la evidencia, para todos ya sí se considera un loft, aunque el edificio no tenga un pasado industrial o ni tan siquiera se haya llevado a cabo una labor de reciclaje arquitectónico. En cualquier caso, a la hora de proyectar lofts resulta mucho más interesante para un arquitecto intervenir en un edificio ya existente que hacer una obra nueva en la que se trata tan solo de cambiar el programa tradicional.
Complejo de lofts en una antigua fábrica del Poble Nou, en Barcelona, de Jordi Garcés.
Foto: Adrià Goula
Algo que según el arquitecto Jordi Garcés, autor de un complejo de lofts en el Poble Nou de Barcelona, resulta muy fácil. “La arquitectura que se ejerce al convertir una fábrica en un loft toma su carácter del edificio original y permite ofrecer una manera de habitar diferente, no convencional”, afirma Garcés. El transformó una antigua destilería de alcohol en el distrito 22@ de Barcelona en un complejo de 29 lofts que respiran un carácter muy singular procedente de las propias características del espacio: naves muy amplias y con techos de gran altura que le han permitido tratar el espacio existente como si fuera “una gigantesca barra de helado”. Esta barra de helado se ha cortado en rebanadas, evitando hacer un nuevo forjado, con la intención de que todas y cada una de las viviendas gozaran de los elementos originales de la antigua nave: paredes de ladrillo visto, viguería de hierro y de hormigón, amplios ventanales y toda la altura de la nave. “No se trataba de crear una serie de apartamentos dentro del edificio, sino de que el propio edificio generara una nueva tipología”. Ese es el auténtico espíritu loft.
A pesar de no tener el edificio un pasado industrial, Suite Arquitetos ha dotado a esta vivienda en São Paulo de elementos típicos de un loft, como paredes con una textura que recuerda al hormigón e instalaciones vistas.
Aunar lo viejo y lo nuevo sin complejos
En ocasiones vemos que más que reciclar lo que se pretende es reconstruir, volver a dejarlo todo como se creía que debía de estar en el pasado. Tampoco es eso, nos dice Jordi Garcés: “Hay que dejar que lo nuevo se lea como nuevo, no hacer una obra de reconstrucción pintoresca. Si las ventanas en forma de arco se refuerzan con un dintel, ese dintel se tiene que distinguir como parte de la obra nueva, sin complejos. “Cuando se trata de convertir un edificio de origen industrial en uno de viviendas tipo loft hay que trabajar como si se cosiera lo nuevo con lo viejo, hasta crear un tejido de patchwork en el que queden a la vista las uniones y no se confundan las distintas piezas, para así lograr un tejido continuo. En este tipo de intervenciones, lo viejo y lo nuevo no se estorban, se suman, tanto en el interior como en la fachada”, comenta Garcés.
Proyecto de Edmonds+Lee Architects.
Una relación más abierta
Y es precisamente eso lo que nos atrae de este tipo de arquitectura, ese diálogo fructífero y sin ambages de lo original y lo nuevo. Otro valor a resaltar de la vida en un edificio de lofts es la red social que en él se va tejiendo a lo largo del tiempo. El vecindario sabe que vive en un condominio peculiar, especial, y eso les une de alguna manera y crea vínculos ente ellos, personas más propensas a las relaciones abiertas que la media de ciudadanos. La abertura de miras que se da en la intimidad se contagia al exterior, a los espacios comunes, donde se respira una mayor libertad que en un bloque de pisos convencionales.
En este espacio diseñado por Studio Fanetti, la iluminación prescinde de lámparas a la vista ya que se ha preferido que queden ocultas en la propia arquitectura, retroiluminando la madera.
La sensación de libertad que se vive en el interior de cada hogar se debe, aunque pueda parecer contradictorio, a la ausencia de tabiques, de fronteras: no es necesario esconderse o aislarse para hacer lo que uno desea. La comunicación visual que se produce gracias a los dobles espacios, a los altillos que miran hacia la zona de día o a los usos comunicados genera una conexión constante entre quienes lo habitan, lo que sin duda ayuda a establecer relaciones más sinceras, más próximas y con menos prejuicios.
Loft del diseñador danés Søren Rose Kjaer en el distrito de Tribeca, Manhattan.
Foto: Thomas Loof
Flexible por naturaleza
Un loft no es por definición una vivienda de soltero: cada vez son más las parejas y familias que desean vivir en una casa que les facilite una vida más imaginativa que la que se da en un hogar convencional. Nos cuenta Jordi Garcés que otra de las ventajas de un loft es que al tener un programa tan abierto sus habitantes pueden, con el tiempo, adaptarlo a sus necesidades de una forma imaginativa, sin que por ello el espíritu loft se corrompa. Sencillamente se crea una nueva escenografía que se corresponde mejor con sus particularidades domésticas. Por otro lado, utilizar este tipo de vivendas para vivir y trabajar es uno de sus atractivos en una sociedad en la que el trabajo a distancia se extiende. No solo los artistas son sus destinatarios principales, por la facilidad de unir ámbito creativo y doméstico; también favorece la actividad a arquitectos, fotógrafos, periodistas y profesionales de toda índole que pueden así conciliar vida laboral y familiar.