El primer Curio Collection by Hilton en el corazón de la capital refleja ese Madrid canalla sin caer en convencionalismos autóctonos que recorre una de las calles más emblemáticas de la ciudad. Gracias al interiorismo de Lázaro Rosa-Violán, el Hotel Montera Madrid respira esencia castiza. Sus 93 habitaciones y vistas panorámicas desde la azotea de un edificio histórico de 1924 son un compendio de carácter ecléctico y contrastes auténticos que sumergen al visitante en un viaje por la historia de la ciudad.
"Se ha conseguido fusionar con sensibilidad un elegante y sofisticado estilo contemporáneo, toques underground y el envolvente de la arquitectura neoclásica de una finca antigua de principios del siglo XX", cuentan desde el estudio.
Rosa-Violán juega con elementos potentes y rotundos, mezclados con unos colores elegantes y la sutileza de la cartelería, en este caso en el techo, con detalles de la vida madrileña.
Foto: María Primo
Inspiración en lo tradicional
La transitada calle ha sido el elemento que ha inspirado una gráfica muy colorista y el interiorismo del hotel. "Las referencias se encuentran en todas partes: en las obras de arte de los pasillos y las zonas públicas, en el icónico galán de noche de cada habitación, en los tiradores de las puertas, en los adornos de los cabeceros de las camas, en los uniformes o en el diseño gráfico de la marca".
Al tratarse de un edificio protegido, se intentaron mantener elementos originales como la fachada, el zaguán de la entrada, la escalera central y el patio central. En el resto de las zonas se ha hecho una remodelación total, lo que ha permitido optimizar el número de habitaciones. La forma del edificio ha condicionado algunos espacios, como los salones y la distribución del Restaurante La Braserí. En este sentido, se han aprovechado estas formas particulares para incluso potenciarlas, como es el caso de la barra elíptica que se ha situado en el centro del restaurante.
Materiales y colores, con criterio
En cuanto a la elección de materiales, podemos ver mármol de cantera, artesanía en cristal y cerámicas, así como metales nobles como el latón. "También tenemos tejidos naturales con acento en el color, así como cueros y maderas. Nuestra intención era combinar estos materiales para crear un diseño atemporal que a la vez recoge la herencia de la finca original". Y para la paleta de colores, se ha jugado con varios escenarios. "En las zonas comunes hemos creado ambientes alegres, que reflejan el espíritu canalla de Madrid. Los espacios públicos tienen un tono desenfadado y libre, que invitan al encuentro y a la vida social. Sin embargo, a medida que nos vamos adentrando en la zona de habitaciones, el ambiente se vuelve más calmado y oscuro, para favorecer la relajación".
Un elemento clave en este proyecto es la obra gráfica, presente tanto en zonas de circulación "donde hemos ido intercalando personajes diversos de la sierra madrileña, como en los salones y el restaurante La Braserí, donde se puede apreciar la historia de la toda la movida madrileña". En el zaguán de entrada se han instalado cuadros de inspiración más picassiana con motivos artísticos de la tauromaquia, y en las circulaciones, la cartelería adopta la influencia del grafiti, en homenaje a los innumerables diseños de la calle Montera.