En este nuevo y moderno hotel en Menorca querrás que tus vacaciones sean eternas

El hotel rural Menorca Experimental es un lugar mágico enmarcado en una finca neoclásica del XIX. Restaurada por la decoradora Dorothée Meilichzon en medio del bosque y con vistas al Mediterráneo, es una invitación a la relajación y al bienestar.

Cristina Ros
Cristina Ros

Redactora de Arquitectura y Diseño

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El hotel está lleno de rincones con encanto. Dorothée Meilichzon, Diseñadora del Año 2015 por Maison & Objet, es la autora de estos ambientes.

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El blanco es el color de la isla y también el del hotel. Hay figuras de cerámica, botijos y otros objetos que remiten a la tradición menorquina.

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Los huéspedes pueden llevarse a casa un trocito de la isla en forma de sombrero de paja, bolso de rafia, cuencos de barro...

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A la hora de las comidas, se sirve gastronomía local. Algunos de los productos proceden del huerto del hotel, que Dorothée Meilichzon decidió conservar.

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Confortables, son ideales para recuperar la energía perdida y para disfrutar de la naturaleza menorquina.

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La decoración hace hincapié en los productos locales. La restauración de la finca ha sido realizada por Dorothée Meilichzon con la ayuda de un equipo de artesanos locales.

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Los detalles también contribuyen a crear un espacio muy menorquín, que bebe de la tradición y de la Naturaleza.

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Espacios abiertos, paredes de piedra rústica y baldosas de terracota esmaltadas a mano consiguen un look rústico inmejorable.

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Las habitaciones son de estilo clásico, luminosas, acogedoras y abiertas a la flora y a la fauna locales. Una invitación real a la relajación.

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Tienen un diseño racional, acentuado por la presencia de la luz natural. Los colores, suaves, recuerdan a los tonos que encontramos en el entorno que rodea el edificio.

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En el hotel se puede asistir a clases de cerámica y de dibujo. También hay clases de yoga y guías para montar a caballo o para practicar senderismo.

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Su diseño es un reflejo de la belleza del entorno y una invitación a disfrutar del lujo mediterráneo, con espectaculares puestas de sol.

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En todo momento, se ha querido respetar la arquitectura local. Los espacios interiores son una interpretación moderna de las típicas casas menorquinas.

Si Menorca es tu isla favorita, toma nota de este hotel: Menorca Experimental. Se trata de una antigua villa inteligentemente y respetuosamente restaurada por la diseñadora Dorothée Meilichzon en el suroeste de la isla, en Sant Llorenç. Un establecimiento de la cadena hotelera Experimental (con hoteles en Londres, París, Nueva York o Venecia) que ofrece una experiencia única. Y no es una forma de hablar.

El Experimental Menorca te permite estar en contacto directo con la Naturaleza. El edificio principal, con 43 habitaciones, está rodeado por un bosque de pinos y enebro y flores silvestres. Además, cuenta con nueve villas privadas, cada una con su jardín y piscina privados.

La decoración de las habitaciones está en sintonía con la reforma del hotel, que Meilichzon realizó en colaboración con un grupo de artesanos locales. Estancias de líneas sobrias cuyo protagonismo recae en los materiales naturales: suelos de piedra rústica y baldosas de terracota esmaltadas a mano crean un ambiente relajado. La madera de olivo y el cuero natural se complementan con una paleta de colores inspirada en el cielo de Menorca: desde los azules pálidos y los amarillos dorados de la madrugada, hasta los rojizos vibrantes de los atardeceres en su punto álgido.

Hay diferentes clases de habitaciones para que puedas escoger la que más se adecua a tu s gustos: desde las Son Bou, luminosas, acogedora y abierta a la flora y fauna locales, hasta la Mahon Garden, con una decoración refinada y jardín privado, que ofrece la oportunidad de mantener una relación todavía más estrecha con el entorno.

La cocina del hotel hace hincapié en los productos locales. Y, de hecho, algunos de los “frutos” proceden del propio huerto del hotel. Una experiencia gastronómica que se puede disfrutar tato en el interior como en el exterior, donde hay una mesa comunitaria con capacidad para 30 personas.

La carta de vinos también pone un énfasis especial en los caldos locales. E incluye una selección de cócteles hechos exclusivamente con ingredientes locales, que se pueden degustar en el mismo bar o junto a la piscina infinity.

El hotel, además, ofrece toda clase de actividades para redondear la visita, desde clases de yoga hasta la posibilidad de contratar un guía para practicar senderismo. Por no citar las clases de cerámica y de dibujo. Una escapada con muchos alicientes.

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