El hotel de Lanzarote al que todo el mundo quiere ir se llama Buenavista

Se llama Buenavista Lanzarote y es un hotel rodeado de viñas, volcanes y luz. Diseñado para amantes del arte, de la naturaleza y de esta sorprendente isla.

Milena Güell

Directora de Arte y Fotógrafa

Buenavista Lanzarote es el proyecto más personal de Gonzalo y Mayca, en él se comparten a sí mismos con sus invitados al haber podido desarrollar, en un solo lugar, todos sus intereses, hostelería, gastronomía, agricultura, viticultura, decoración y, sobre todo, su rincón en el mundo, la isla de Lanzarote. También es este el proyecto que permite a la familia vivir rodeados de este paisaje por el que tanto amor sienten.

En su creación han colaborado con personas a las que ahora pueden llamar amigos, como Eguz Zerain, la ceramista que ha enriquecido y llenado de color las estancias y los desayunos; o los productores ecológicos La Atalaya que ayudan en el proyecto agrícola de esta vitícola finca. La agricultura, de hecho, es una parte esencial del proyecto, que les da la oportunidad de cuidar de esta tierra que tanto les da. 

Las únicas áreas comunes de este hotel tan singular como la isla en que se asienta son la naturaleza y los espacios en que desarrollan actividades, como las clases de yoga varias veces por semana. No hay comedores ni salones compartidos, sino que cada suite funciona como un apartamento independiente con sus áreas para relajarse, sus terrazas y sus mesas construidas a mano por ellos mismos, en las que cada mñana Gonzalo sirve el desayuno preparado por él mismo con productos 100% ecológicos.

A los pies del Timanfaya, las negras tierras, las viñas que se protegen del viento con sus circulares muros de negra piedra. Un paisaje entre lunar y marciano que nos conecta con lo desconocido en nosotros mismos. Seguramente este sea uno de los encantos de esta isla, uno de los motivos que la hacen tan interesante para el viajero y es que, al final, uno siempre viaja a sí mimo, y ante tamaño recorrido por delante, no está de más asegurarse el placer y la paz que espacios como el Buenavista regala a cuerpo y alma. El hotel ofrece turismo consciente, sostenible, ecológico, humilde y humano. 

La arquitectura del espacio es un ejercicio de nobleza y humildad, un bajar la cabeza ante la magnificencia de la naturaleza, un rendirse a ella, abrirse a ella y dejar que llene cada espacio con su esencia y presencia. Las grandes ventanas difuminan la separación entre interior y exterior, haciendo que incluso cómodamente sentado en un sofá, uno esté habitando profundamente esta tierra salvaje. Las habitaciones están decoradas con los muebles que la familia ha ido comprando en mercadillos y en sus viajes, también hay regalos que han recibido de amigos y objetos creados por artesanos y artistas, no hay pieza sin historia.
 

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El paisajismo que encontramos entre habitación y habitación es el colmo de la naturalidad, viñas con sus muritos de piedra, pasarelas de madera, vegetación autóctona y mucha tierra negra, A lado y lado las suites, construcciones sencillas y austeras blanqueadas con cal.

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Muro exterior donde los colores de los materiales, tocados por el pincel del tiempo, se funden con el entorno. Los grandes ventanales diluyen la sensación de separación con el entorno.

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Impresionante salón en una de las suites del hotel. Como en una casa particular, amueblada a base de tiempo y experiencias que han tomado la forma de objetos; conviven en el espacio piezas de los más variados estilos que funcionan juntos como siempre pasa cuando se decora desde la autenticidad y el amor por cada objeto.

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Un sofá de obra que parece una terraza es combinado, en este salón, con mobiliario de anticuario y austeros armarios empotrados. Los estampados de los textiles son ese pequeño extra que da al lugar sensación de hogar y lo llena de vida.

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La Suite Lagar es la habitación más inusual y atrevida, atravesada por extrañas vigas y artefactos, tiene un aspecto impactante. Un vibrante azul aparece repetidamente en escena, en la tapicería y otros elementos.

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La luz del sol se cuela entre las vigas de cemento iluminando este reducto de paz. Un sofá de obra y, al fondo, un bancal repleto de plantas exóticas.

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La cama de esta habitación se encuentra en la única planta superior del hotel, tiene un gran ventanal por cabezal que "des-cubre" toda la pared, permitiendo que el visitante sueñe y amanezca, literalmente, en la inmensidad de la tierra negra.

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Esta esquina de uno de los baños contiene, en sí misma, toda la esencia de la filosofía del wabi sabi; un juego de honestas texturas, tanto las interiores como las naturales del exterior. La combinación de la madera de la pared con el cemento de la bañera es un acierto de calidez.

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En este baño de ensueño la bañera se abre a los viñedos, la claridad lo tiñe todo con una aura onírica y no hay más artificio que la verdad de los materiales.

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Los desayunos son uno de los puntos fuertes del Hotel Buenavista Lanzarote, los prepara Gonzalo cada mañana, producto ecológico y local, huevos de sus gallinas y mermeladas preparadas por Mayca con frutas de sus frutales. El plato en forma de hoja de chumbera en que se sirven las mermeladas es una de las creaciones de su amiga y ceramista Eguz Zerain.

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Bucólico rincón de desayuno, muebles vintage frente a una puerta antigua pintada a mano en un vibrante turquesa que acaba pareciendo parte de la naturaleza.

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Preciosa porcelana creada artesanalmente por Eguz Zerain en blanco y azul con un original lacado estampado con burbujas.

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Cautivador detalle de una de las terrazas con el lavamanos pintado en un suave rosa que contrasta con la piedra volcánica y la encalada pared.

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Fascinante paisaje de los viñedos de la finca, especializada en el cultivo de uvas para la elaboración de Mavasía. Una de las vistas más características de la isla canaria.

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Una de las vistas del hotel es este fascinante paisaje, entre lunar y marciano, fotografiado en blanco y negro.

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