Este hotel en Tokio revive la intensa relación de Frank Lloyd Wright con Japón
El Hayama Kachitel Hotel en Tokio, construido por un discípulo del genial arquitecto estadounidense y restaurado por el estudio Yamiya Architectes, evoca el espíritu de sus famosas "prairie houses", actualizando sus instalaciones.
El paso de Frank Lloyd Wright por Japón ha dejado una profunda y también accidentada huella. Y este nuevo hotel inaugurado en Tokio de algún modo evoca y repara aquel pasado. En 1919, Wright empezó a construir el Hotel Imperial, que sería calificado de "joya de Oriente", sorprendente joya que engarzaba interpolaciones historicistas de las ruinas mayas, motivos art decó, innovadoras soluciones en hormigón y la característica concepción depurada de la arquitectura japonesa.
En los salones del Hotel Imperial, Tokio pudo vivir su versión la Belle Epoque, en chispeantes y despreocupadas fiestas. Pero la tierra tembló, en setiembre de 1923; cayeron casi todos los edificios de la ciudad, menos el Hotel Imperial: "¡Gracias a su genio!", le escribió el emperador al arquitecto. Se habían acabado las fiestas y el hotel, de pie pero herido, fue derrumbado hace tiempo.
En su estudio en Tokio, Frank Lloyd Wright había elegido a un joven arquitecto, Arata Endo, jefe de dibujantes. En 1951, Arata Endo construiría el edificio que –en estado ya bastante ruinoso– fue rescatado por el estudio Yamiya Architectes y convertido en el Hayama Kachitel Hotel, donde puede apreciarse la voluntad de respetar la herencia de Wright, sobre todo la que proviene de uno de sus modelos más reverenciados: la Casa de la Pradera. Entre otros recursos, la estrategia de involucrar el mobiliario en la arquitectura, adjudicándole sitio preciso y presencia sólida, estructurante, en los espacios. Los autores del proyecto han dejado a la vista las vigas históricas del edificio, y los muebles hexagonales y triangulares expresan el énfasis de la arquitectura por la geometría. Gracias a las chimeneas abiertas, a los paneles de madera y a los rincones con asientos enmarcados por ventanas panorámicas, el hotel evoca también la sensación de una amplia casa familiar, dotada con las instalaciones y ofertas que se han vuelto imprescindibles en el ocio contemporáneo (zonas de spa y tiendas en el subsuelo).