En colaboración con Sara Ojanguren, el estudio emprende el interiorismo de la casa conservando su aspecto y valor histórico. Después de estar en ruinas durante mucho tiempo, le han dado un toque con acento parisino que la transforma en una elegante y acogedora villa. Se viste con materiales nobles y naturales como la terracota, el roble y el mármol negro de Markina, un pequeño pueblo cercano a San Sebastián.
Y es que su compromiso con el proyecto va lejos de tratar únicamente el estilismo. Ellos defienden que están conectados de corazón con él, por eso también han construido y definido la narrativa bajo el nombre de este hermoso lugar para quedarse: Mendi Argia, “Montaña Iluminada” en euskera. Es toda una oda al pequeño monte donde se ubica, en lo alto del cerro Ulia.