Del 7 al 11 de febrero, la tercera edición del Madrid Design Fetival (MDF) muestra en el Palacio Santa Bárbara la visión de Ikea de lo que será la casa en 2030: un hogar que se concibe más allá de las cuatro paredes de nuestra vivienda y que abarca el barrio, los vecinos, los servicios... Un futuro cercano que la firma sueca ha conceptualizado en la exposición El hogar del mañana.
El artífice de su contenido es Space10, un laboratorio de investigación apoyado por y dedicado íntegramente a Ikea que tiene como objetivo diseñar soluciones innovadoras para algunos de los principales cambios sociales que se espera que afecten a las personas y a nuestro planeta en los próximos años. Para conocer más a fondo la actividad y los proyectos de este think tank, hablamos el día de la inauguración de la exposición con Simon Caspersen, co-fundador y director de comunicaciones de Space10.
Simon estudió antropología y se dedicaba al cine documental antes de fundar Space10. Estando en la universidad, ya había colaborado con Ikea. Y, algunos años después, mientras filmaban un proyecto en Palestina sobre el grupo de mujeres que organizaron el primer maratón en Cisjordania, la firma sueca les llamó. Ellos quisieron proponerles algo que fuera más allá de una nueva línea de mobiliario.
¿Cómo nació Space10? ¿qué relación tiene con Ikea?
La idea de Space 10 fue algo que Carla Cammilla Hjort –cofundadora y directora de visión– y yo propusimos a la firma. Queríamos crear un espacio que fuera independiente de “la madre” para, básicamente, dedicarnos a explorar nuevas posibilidades sobre el modo en que Ikea puede continuar su búsqueda de un mejor día a día para la mayoría de nosotros; un laboratorio de innovación que se mantuviera desconectado del negocio actual de la marca.
Esto se traduce en que no recibimos briefings de Ikea, pero todo lo que hacemos debe inspirar los nuevos retos de la firma. Todos nuestros proyectos buscan nuevas formas según las cuales la empresa pueda abrir otros caminos. Lo que hacemos Carla y yo debe resultar relevante para ellos.
¿Tenéis alguna metodología concreta para enfrentaros a ese reto? ¿cómo planteáis los proyectos?
Hay mucho de procesos diseñados, pero una gran parte se construye desde la intuición. Es una mezcla de entrenar procesos y responder a lo que sentimos que es correcto. Por ejemplo, el proyecto The Growroom comenzó con una reflexión sobre cómo podía ahorrarse agua en las duchas, lo que nos llevó a entender que el gran problema en el ahorro de agua eran los hábitos alimenticios, entre ellos, el consumo de carne. Dejamos entonces de mirar hacia la ducha para mirar a la comida. Ahí nos dimos cuenta de que el transporte refrigerado era uno de los grandes problemas y nos preguntamos si podíamos resolverlo a partir de producción local de comida.
Después de ver el interés de la gente en esta instalación, pero al no querer llevar a cabo tantos envíos, decidimos compartir su planimetría open source. Y al ver la gran demanda –más de 30.000 personas lo descargaron– nos preguntamos: ¿Qué más podemos plantear en formato open source? Decidimos continuar con el planteamiento de un proyecto de código abierto en cuestión de vivienda. Y así fue cómo planteamos uno de los grandes escenarios del futuro de Ikea: ver las posibilidades del open sourcing. Creemos que nuestro papel es explorar territorios desconocidos. No sabemos lo que vamos a encontrar cuando empezamos un proyecto, no sabemos el destino, lo que sabemos es la dirección que tomar.
¿Cuáles son las principales líneas de exploración que guían vuestras investigaciones?
En realidad, Space10 está formado por un puñado de “inadaptados” (risas). Gente que viene de ámbitos muy distintos, no solo de la arquitectura o el diseño, hay también chefs, bioingenieros, incluso un ingeniero aeroespacial. El núcleo de Space10 lo constituye un equipo de verdaderos activistas; trabajamos reaccionando a lo que vemos que sucede alrededor, pero también desde la investigación hacia adelante, entendiendo que los diez próximos años van a ser decisivos para la raza humana, lo que es también una urgencia.
¿En qué campos consideras que hay un mayor espacio para la innovación, en términos de sostenibilidad?
La respuesta escalofriante es que estamos en un tiempo en que lo que tenemos que repensar es la civilización entera. A partir de ahí, es importante establecer un equilibrio entre dónde vemos grandes oportunidades y dónde podemos actuar, entendiendo la capacidad de acción de Ikea para implementar soluciones rápidamente.
La energía es un área con la que estamos fascinados; entendemos que el sector energético debe ser transformado al completo y podemos participar de este proceso. La arquitectura es un campo en el que todavía tienen que suceder muchas cosas, pero requiere unos procesos muy complejos que actúan a más largo plazo.
La alimentación es otra gran disciplina, la tecnología y también el repensar los modelos de negocio. El modelo que hemos construido como sociedad es una economía muy orientada al consumo, que debería cambiar a una economía circular y alimentarse de la innovación de mucha gente.
Vuestro proyecto SolarVille ejemplifica muy bien cómo el diseño puede generar esa repercusión necesaria en las estructuras sociales. ¿Cuáles serán las consecuencias?
Las soluciones que necesitamos en términos energéticos deben ser sistemáticas, pero ¿qué podemos hacer como individuos? Pienso a menudo que, cuando hablamos de sostenibilidad, la responsabilidad está puesta en el individuo.
Sin embargo, no importa cómo de sosteniblemente vive cada uno si no miramos el sistema completo. Lo que es bonito de la energía solar es que cada uno de nosotros añadimos energía para cambiar el sistema energético; podemos implementar paneles solares en los tejados de nuestras casas y contribuir a esa transición; es posible descentralizar el sistema.
En cambio, no tenemos ese control con otros recursos como el petróleo, el gas o el carbón. Con SolarVille pensamos en cómo incentivar esa transición y la opción consiste en que el individuo pueda recibir un retorno económico a partir de la venta de la energía que le sobra después de haber hecho la inversión inicial.