Hablamos en exclusiva con Petra Leary, la fotógrafa que convirtió los drones en un arte

La artista neozelandesa en los últimos años ha encandilado al mundo con sus espectaculares fotografías aéreas. ¿Quieres saber cómo las hace? Ella misma te lo cuenta en esta entrevista.

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Petra Leary

A Petra Leary le apasiona ver el mundo desde las alturas.

Petra Leary

La especialidad de esta neozelandesa es la fotografía aérea. De hecho, su trabajo se ha podido ver en todo tipo de campañas publicitarias y publicaciones durante los últimos años. 

Petra Leary

Su vida cambió completamente desde que adquirió su primer dron, su principal herramienta de trabajo. 

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Sus fotografías han encandilado desde el primer momento al público por su poesía y la atípica perspectiva desde la que han sido tomadas.

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En su trabajo se puede apreciar la influencia de su padre, un enamorado del mar y la náutica. 

Petra Leary

Él también fue un gran apasionado de la arquitectura, lo cual se refleja en el trabajo de Leary. 

Petra Leary

Gran parte de sus imágenes muestran canchas de juego. 

Petra Leary

Ella misma afirma que le gustan tanto cuando hay gente practicando deporte como cuando están vacías. 

Petra Leary

Esta pasión por las instalaciones deportivas al aire libre le ha permitido jugar con las geometrías, algo que su madre, también artista, ha desarrollado en su propia obra. 

Petra Leary

También le encanta captar con su dron los rincones más recónditos de Australia. 

Petra Leary

Así como parques de skate, uno de sus deportes favoritos. 

Petra Leary

Valiéndose de Google Maps encuentra gran parte de las localizaciones. 

Petra Leary

En la posproducción, además, le encanta jugar con las sombras. 

Petra Leary

La fotografía aérea ha sido una gran aliada para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad que padece. 

Petra Leary

Manipula las imágenes principalmente empleando programas como Lightroom o Photoshop.

Petra Leary

En este 2020 espera visitar Europa y, con algo de suerte, poder asistir a grandes eventos deportivos. 

Petra Leary

Antes de disponer de un dron disparaba sus fotografías desde tejados y grúas. 

Los pájaros que sobrevuelan el cielo se han topado en varias ocasiones con el dron de Petra Leary, la fotógrafa de Nueva Zelanda que ha convertido su pasión, la fotografía aérea, en todo un arte. Su trabajo se ha colado en infinidad de campañas publicitarias y medios de comunicación impresos, pero estamos seguros de que viendo su obra te preguntarás cómo lo hace, de dónde nació esta pasión por ver el mundo desde las alturas y cómo manipula desde el ordenador sus instantáneas para que resulten así de excitantes y visualmente enriquecedoras. En caso afirmativo estás de suerte, ya que ella misma nos cuenta todos sus secretos en esta extensa entrevista. Para este 2020 promete muchas sorpresas, así que no dudes en visitar su web oficial y seguir sus aventuras a través de su cuenta de Instagram.

¿Cuándo empezaste a interesarte por la fotografía aérea?

La primera vez que tuve un dron fue hace cuatro años, ¡y me enganché al instante! Después de probarlo se convirtió en mi nueva obsesión y ese mismo día compré uno más. Antes de los drones ya llevaba un par de años dentro del mundo de la fotografía, principalmente haciendo fotografía urbana y escalando estructuras y edificios para poder obtener esas imágenes de estilo tan vertical.

¿Qué es lo que más te fascina de ello? ¿Consideras que es más hermoso ver el mundo desde las alturas?

¡Sin duda! Creo que le da una nueva chispa a la vida y te hace apreciar cosas aparentemente mundanas o aburridas de otra manera. Permite hallar una belleza abstracta en un entorno cotidiano. También me pareció genial que cosas que antes de usar el dron nunca me habían interesado, como por ejemplo el baile o los coches, desde ese momento se convirtieron en temas que me encanta fotografiar. Me gusta la forma en la que estos temas, vistos desde arriba, permiten crear imágenes con una simetría, un movimiento, una simplicidad y unas formas muy llamativas. Todo ello me ha ayudado a abrir mi mente, supongo.

Antes de adquirir los drones imaginamos que tu pasión era mucho más arriesgada. ¿Cómo solías trabajar tiempo atrás?

Andáis en lo cierto. Diría que antes de usar los drones el 90% de mis fotos fueron tomadas desde tejados, grúas o cualquier elemento que permitiera elevarme por encima del suelo. Era divertido, pero aquello significaba que tenía que colarme en los edificios, subir los andamios, saltar todo tipo de vallas y hasta esquivar a la seguridad del lugar por una simple imagen. En manos de la policía estaba que pudieran arrestarme.

Hubo un momento en el que un amigo y yo viajamos a Hong Kong para poder tomar fotografías locas desde edificios súper altos. Encontramos algunos muy accesibles, pero recuerdo que, en uno en concreto, de cuarenta pisos, al terminar nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado encerrados en la azotea. Fue una situación surrealista porque, por un lado, era bueno que tuviéramos todo ese espacio para nosotros, aunque, por el otro, no sabíamos cuándo o quién vendría a abrirnos la puerta y sacarnos de ahí.

Golpeamos la puerta, gritamos e hicimos señales a los limpiadores de ventanas de los edificios cercanos, pero nadie nos prestó atención hasta que al cabo de una hora más o menos nos dimos cuenta de que nuestra única opción era llamar a la policía. Que las dos policías que vinieron fueran mujeres fue una suerte. Al principio estaban confundidas acerca de cómo acabamos ahí, pero fueron muy amables y finalmente nos dejaron salir sin problemas.

¿Cuál es el mejor escenario para retratar con tu cámara?

Tanto los paisajes concretos como los paisajes secos y rojos de Australia. Me encantan las canchas de deporte, los parques de skate, la arquitectura y cualquier espacio que no sea verde (es decir, que no tenga ni césped ni árboles) porque son más flexibles a la hora de fotografiarlos a cualquier hora del día. Obviamente, la mejor luz se obtiene cuando la luz es baja, al atardecer o el amanecer, pero en los paisajes urbanos puedes obtener imágenes sin esos verdes apagados. Asimismo, las sombras muy contrastadas con el sol del mediodía se ven potentes contra el hormigón.

Por otro lado, me encantan los rojos y naranjas increíblemente ricos de algunas partes de Australia. Es divertido porque creo que, si fueras alguien que viviera allí, probablemente tendrías una opinión muy diferente al respecto y estarías esperando que lloviese o la hierba volviese a crecer. No obstante, para mí es la paleta de colores más hermosa. Tienes unos intensos rojos, marrones y naranjas y después esas minas de sal y minerales que van desde el rosa hasta los amarillos. Están alrededor de todo el país y, para mí, lo mejor es que no hay hierba a la vista.

¿Qué puedes contarnos de la postproducción? ¿Qué proceso sueles emplear?

Me gusta variarlo. A veces mantengo las fotos bastante precisas al archivo original y sólo hago unos pequeños ajustes para darles más profundidad o resaltar algo destacado. En otras ocasiones es al contrario, me gusta jugar con ellas y crear algo que supongo que se podría considerar un look más surrealista o pop art. Combino programas como Lightroom o Photoshop y, además, en ocasiones empleo softwares 3D y otros programas de renderizado.

En general, uso Lighroom para catalogar, organizar mis archivos y corregir un poco el color, y el Photoshop principalmente para componer y enderezar las fotos. Antes de dedicarme a la fotografía estudié y trabajé como diseñadora gráfica, así como hice algo de 3D diseñando interiores comerciales. Ha sido realmente genial poder incorporar todas esas habilidades a mi actual trabajo.

Creo que es un elemento que realmente destaca en mis fotografías porque estoy obsesionada con el hecho de obtener ángulos y líneas rectas, además de un buen equilibrio en mis imágenes. Me gusta que cuando la gente ve mi trabajo diga ‘¡oh, espera un momento, algo no es del todo normal!’. En las canchas deportivas podría limitarme a tomar una foto aérea de los deportistas, pero la verdad es que me gusta eliminar algunas personas y mantener sus sombras. Cuando miras mis fotografías de cerca hay mucho más que una simple imagen.

¿De qué modo encuentras las localizaciones perfectas?

Combino Google Maps con mis paseos andando o practicando skate alrededor de Auckland. De ese modo me mantengo al día acerca de las nuevas instalaciones deportivas que se están construyendo. Aunque a veces lo que te encuentras dista mucho de la realidad porque puede estar algo desactualizado, Google Maps es un gran recurso para hallar localizaciones. Eso último tampoco es malo porque algunos de los mejores lugares en los que he estado gracias a Google Maps han acabado siendo mucho más interesantes de lo que a priori pensaba. De todos modos, me encanta caminar y a veces he hecho caminatas de 20 kilómetros de forma espontánea y sin un plan inicial. Lo encuentro súper relajante y es casi como una meditación. Caminar al azar por calles secundarias y los suburbios en busca de pistas o estructuras interesantes que fotografiar es mucho más útil que hacer lo mismo conduciendo.

¿Qué es lo que más te fascina de las canchas deportivas que en tantas ocasiones has mostrado en tu trabajo?

Me atraen su simplicidad y geometría porque es algo que no se encuentra en muchos otros lugares. Cada una tiene su formato propio dependiendo del deporte que ahí se practica, pero en el mayor de los casos están construidas siguiendo pautas similares. Aun con esas, todas tienen algo diferente y que las hace únicas y singulares: los colores, las superficies, los materiales, el envejecimiento del paso del tiempo… También encuentro muy atractivo que las canchas se ven igual de bien tanto si hay gente practicando deporte como si no. En los últimos años, asimismo, veo que las canchas se han convertido en un lienzo para los artistas. La accesibilidad de los drones ha ayudado a poder capturar la escala y la visualización de estas obras de arte creadas sobre el terreno.

¿Verdad que tus padres son artistas también? ¿Qué puedes contarnos de ellos?

He pasado toda mi vida rodeada de arte. Mis padres se conocieron en la Escuela de Arte de Sídney en los ochenta. Mi madre trabaja con diversos medios, desde la pintura y la ilustración, pasando por la serigrafía a gran escala y mosaicos que van desde pequeñas macetas a paredes de 40 metros de ancho. Recuerdo que cuando era pequeña la mesa de la cocina y todo el salón estaban cubiertos de mosaicos masivos en los que trabajaba para diversas instalaciones. No fue hasta la adolescencia que descubrí la serigrafía. Aquello fue genial porque imprimía ilustraciones que había dibujado en camisetas y otras prendas de ropa.

Mi padre también estuvo muy vinculado al arte. En su caso, trabajó más en esculturas y fotografías y durante años dio clases en una escuela de arte de Auckland. Sus esculturas eran algo náuticas porque fundía en bronce redes de pesca y creaba barcos hechos de cobre. Sus fotografías se centraban en retratos abstractos de personas y hasta enseñó a mi pareja a revelarlas en nuestro baño. Su otra gran pasión fue la arquitectura y el diseño de casas. Cuando tenía nueve años compró una propiedad de la calle Grey Lynn, la peor casa de Hakanoa, y prácticamente la demolió únicamente dejando el piso principal. Todos pensaban que estaba loco, pero la convirtió en una casa de estilo Santa Fe con riachuelos de agua y pisos de piedra. Sin duda, fue el lugar más genial en el que jamás he vivido.

Todo ello es muy interesante porque hasta hace poco no me he dado realmente cuenta de la influencia que mis padres han tenido en mi propio arte. El trabajo de mi madre presenta muchos patrones y simetrías, mientras que a mi padre le encanta la arquitectura y la navegación, dos elementos que pueden encontrarse en muchas de las cosas que hago.

Al comenzar el instituto te diagnosticaron TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). ¿La fotografía aérea ha sido la mejor medicina?

Para mí la fotografía aérea y el TDAH es como si fueran de la mano. Muchas personas tienen una idea errónea sobre el TDAH porque creen que no puedes concentrarte o prestar atención a las cosas, aunque según mi parecer es como si estuvieras más consciente de todo, incluso de los sonidos que hay alrededor. Obviamente, eso no es algo siempre bueno y puede ser difícil de llevar si estás tratando de tener una conversación con alguien o una reunión, pero resulta perfecto para hacer volar un dron. Pienso constantemente en todo lo que me rodea, así que pongo mi empeño en que no choque con nada durante el vuelo. Volar un dron es como un videojuego porque estás mirando a la pantalla y, al mismo tiempo, usas las manos para maniobrarlo y capturar fotos y vídeos.

Si conoces a alguien con TDAH le escucharás hablar del híper-enfoque, esa sensación de que puedes concentrarte tan intensamente en algo que nada ni nadie puede distraerte. Eso mismo es lo que me pasa con la fotografía aérea. Si a eso le sumas el impulso constante de encontrar nuevas ubicaciones, bien podría decirse que estoy en una misión constante que va perfectamente conmigo porque no estoy obligada a estar sentada todo el día y, de hecho, puedo moverme y caminar muchísimo.

Sabemos que te encanta viajar. ¿Qué países tienes planeado visitar este año?

Tengo algunos viajes planeados, sí. Sin ir más lejos, en los próximos meses iré con mi hermano pequeño a Vanuatu. Cuando éramos pequeños nos llevó hasta ahí mi padre, así que esta vez será muy especial volver y poder explorar las islas desde una nueva perspectiva aérea para conseguir fotografías impresionantes. A principios de año también regresaré al sur de Australia con uno de mis mejores amigos y viajaremos por carretera por algunas de las zonas más recónditas del interior para capturar paisajes increíbles. Algo más tarde regresaré a Estados Unidos, en principio a Nueva York y San Francisco. También estoy planeando viajar a Europa este año y, con suerte, poder asistir a algunos grandes eventos deportivos. Pronto espero poder contaros más.

¿Qué esperas de 2020 tanto personal como profesionalmente?

Este año pasarán cosas emocionantes que aún no os puedo revelar. 2020 acaba de empezar y justo he terminado un gran proyecto del que estoy entusiasmada y que probablemente se hará público en los próximos dos años. Además, he estado trabajando en un proyecto personal con mi pareja, Tim, y en los próximos meses esperamos poder llevar a cabo una exposición para poder mostrároslo. Mi exposición de 2019, Zero Gravity, también seguirá, aunque esta vez será mucho más grande.

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