Los creadores de Aesop han atomizado la vida de la arquitecta y diseñadora francesa Charlotte Perriand. Aunque es una propuesta tremendamente original, hay fuerzas de unión que no sorprenden, ya que ambos comparten la creencia de que un mejor diseño es intrínseco a una vida mejor.
Perriand comenzó su carrera en el estudio de Le Corbusier. La historia es la siguiente: Cuando Perriand tenía 24 años fue al estudio del arquitecto y le pidió trabajo como diseñadora de interiores. Hasta ese momento el estudio no tenía una división de interiorismo que diseñara muebles. Así que Le Corbusier le dijo: "lo siento, aquí no bordamos cojines y la invitó a irse". No obstante, con perseverancia lo consiguió.
Allí creó piezas de interior que se han convertido en iconos del modernismo, como su chaise longue reclinable y su sillón giratorio.
Después de una década con Le Corbusier, Perriand se convirtió en asesora oficial del departamento de comercio e industria de Japón. Vivió en el país nipón durante casi tres años, supervisando la transformación de la artesanía tradicional en productos más atractivos para los consumidores europeos. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, un intento abortado de huir del país la dejó atascada en la Indochina francesa hasta que regresó a su Francia natal en 1946. Los años en Asia influyeron profundamente en su trabajo y aplicó las técnicas y materiales que encontró allí a muchos de sus proyectos durante las décadas de 1950 y 1960.
"Lo siento, aquí no bordamos cojines", le dijo Le Corbusier, y la invitó a irse.
Para traducir esta vida, tan rica en aventuras e influenciada por tantas culturas, en una fragancia, Aesop’s ha recurrido a las innovadoras habilidades de perfumería de Barnabe Fillion.
Fillon aceptó el reto de recrear aromáticamente a una mujer que, según él, "tanto en el ámbito personal como en el profesional se mueve con confianza y alegre audacia, templada por una sensibilidad fluida e influenciada por sus extensos viajes".
Para llegar al corazón de quién era Perriand, Fillion se embarcó en un viaje alrededor del mundo con la hija de Perriand, Pernette Perriand-Barsac, siguiendo sus pasos, desde su Francia natal hasta su Japón adoptivo. La clave de la identidad de la esencia se encontró en la granja de rosas Keiji, que desarrolló una rosa única en honor a Perriand y su trabajo.
Sillón giratorio de Charlotte Perriand.
Luego, Fillion se basó en otros aspectos del personaje de Perriand para completar el producto final. El cordón de vetiver, por ejemplo, viene del perfume que Perriand usaba a diario, mientras que las notas de shiso hacen eco de los ambientes alpinos que ella exploró apasionadamente durante toda su vida.
Rōzu es un fascinante experimento para destilar el trabajo y el carácter de una persona en algo que pueda ser embotellado.
Charlotte Perriand reclinada en su chaise longue.