La filosofía wabi-sabi inspira el hotel de Robert De Niro
Axel Vervoordt diseña un exclusivo ático zen con jardines en terraza y chimenea en el Greenwich Hotel de Nueva York
Partir de un concepto muy determinado para desarrollar un proyecto de diseño consigue no solo que este desprenda una gran coherencia formal, sino que adquiera "alma". Es lo que han logrado el diseñador belga Axel Vervoordt y el arquitecto japonés Tatsuo Miki, en estrecha cooperación con los socios del Hotel Greenwich, Ira Drukier y Robert De Niro, en este ático rodeado de terrazas que corona el hotel y forma parte de su oferta. Paradójicamente, la combinación de la tradición oriental del wabi-sabi y el pasado fabril del barrio de TriBeCa supone una reivindicación del diseño sostenible pues se basa en la utilización de materiales recuperados. Como dice Vervoordt, "es hora de alejarse de la vieja práctica de usar y tirar del siglo pasado". Aquí, la piedra y la madera provienen de los alrededores, del propio barrio de Tribeca o de alguna zona de Manhattan, con lo que ello supone de reciclaje, por un lado, y de pátina, por el otro, pues sabi significa "la belleza o serenidad que aparece con la edad, cuando la vida del objeto se evidencia en su pátina y desgaste, o en cualquier arreglo visible".
El ático es de planta abierta con espacios de usos múltiples, e incluye una sala de estar, un comedor para ocho comensales, una cocina completa, tres chimeneas, dos baños, un aseo y tres dormitorios. El salón cuenta con una chimenea de piedra y puertas de vidrio que se abren a los jardines de la terraza inferior. Los jardines privados se reparten en dos terrazas, a dos niveles, de casi cuatrocientos metros cuadrados, con pérgolas cubiertas de glicinias, una piscina de hidromasaje, diversas zonas para sentarse, comedor para 18 personas, una amplia parrila de gas y una chimenea de leña al aire libre. El techo de cobre original del edificio se reutilizó para convertirlo en lámparas en forma de calabaza por un artesano local. Nos dicen sus autores que esperan que los huéspedes entiendan el mensaje de paz y armonía que han querido expresar, y sientan el mismo amor y respeto que ellos por el espíritu urbano de Tribeca. Pueden estar tranquilos: es evidente que lo han conseguido.