Unidos por la pasión alquímica de unir tierra, agua, fuego y aire y convertirlo en cuencos, jarrones y mucho más; el arte en favor de lo cotidiano, ahora comparten espacio en las vitrinas del museo. El MNAC quería reivindicar la cerámica como arte mayor y celebrar que Artigas pasa a formar con ello parte de su colección; pero no querían hacer una exposición monográfica al uso sino aportar valor, información y contar una historia. En las paredes de la sala encontraremos el poco explorado relato sobre cómo llegó la cultura japonesa a estar en tan estrecho contacto con la catalana.
Fotografía antigua de Hamada Shoji y Josep Llorens Artigas
Se trata de una exposición de un impacto estético y emocional muy fuerte, las piezas están vivas aún hoy en día. Es una apasionada conversación entre Hamada, miembro fundador del movimiento de recuperación del arte tradicional japonés, que busca revalorizar la producción anónima, cotidiana y modesta pero de gran belleza y con valor en si misma, (de hecho Hamada nunca firmaba sus piezas por la admiración hacia este trabajo anónimo); y Artigas.
Jarrón creado por Josep Llorens Artigas en el 1930
Foto: Fotografia Josep Casanova
Artigas, el gran exponente de la cerámica catalana del S. XX, destaca por su lenguaje, que se basa en gran medida en la exploración de la expresividad de los colores. Él sí firmaba sus piezas, y lo hacía a veces con nombres poéticos y sugerentes. Cada una de sus piezas era, en su impecable sencillez, una obra de arte única e irrepetible. El equilibrio, la armonía y la simplicidad eran atributos a los que daba gran importancia, seguramente inspirado por su acercamiento a la cerámica oriental. Artigas fue uno de los primeros catalanes en viajar a tierras niponas para aprender, siguiéndole después muchos de sus discípulos, que visitarían más tarde a su buen amigo Hamada.
Jarrón creado por Josep Llorens Artigas en el 1949
Foto: Fotografia Josep Casanova
Hamada contaba que tardó diez años en formarse y veinte en desaprender lo aprendido para acabar creando desde la intuición y la belleza. Fue declarado Tesoro Nacional Viviente en el año 1955. Su obra hablaba de la profunda conexión que tenía con su entorno, que aparecía en formas y motivos recurrentes, como las cañas de azúcar de Okinawa; este mismo entorno a menudo se convertía en el propio material de creación, como los esmaltes que utilizaba que extraía él mismo del mundo natural que le rodeaba.
Jarrón de cerámica japonesa diseñado por Hamada Shoji en el 1961
Foto: Fotografia Josep Casanova
En la exposición pueden verse también piezas anónimas de cerámica antigua y tradicional de diversos sitios de colecciones privadas de personajes diversos, entre los que podemos destacar algunas que habían pertenecido a Joan Miró. Un paseo por el tiempo, los elementos y la creación que podrá verse en el MNAC de Barcelona hasta el 3 de octubre de 2021.