Creadores

Ludovica y Roberto Palomba, maestros en elegancia y atemporalidad

"Para los creadores italianos la duda es Dios"

David Quesada
David Quesada

Redactor jefe de Arquitectura y Diseño

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Sogliano house horitzontal. Ludovica y Roberto Palomba crearon su estudio Palomba + Serafini Associati en 1994. Foto: Francesco Bolis

Ludovica y Roberto Palomba crearon su estudio Palomba + Serafini Associati en 1994. Foto: Francesco Bolis

Pop up suite Maserati, Hotel de París, Montecarlo (2016)

Pop up suite Maserati, Hotel de París, Montecarlo (2016)

Colección de baño Kartell by Laufen (2013)

Colección de baño Kartell by Laufen (2013)

Cocina Slim, Elmar (2012)

Cocina Slim, Elmar (2012)

Grifería Jingle, Zucchetti (2012)

Grifería Jingle, Zucchetti (2012)

Colección de mobiliario de exterior Cape West, Driade (2011)

Colección de mobiliario de exterior Cape West, Driade (2011)

Mesa Palio, Poltrona Frau (2010)

Mesa Palio, Poltrona Frau (2010)

Lámpara Fly Fly, foscarini (2009)

Lámpara Fly Fly, foscarini (2009)

Butaca Lama, Zanotta (2006)

Butaca Lama, Zanotta (2006)

¿Qué os impulsó a estudiar arquitectura?

Roberto: Mi tía, la hermana de mi padre, era una ceramista muy importante en Cerdeña. Crecí en un ambiente muy creativo: en mi casa siempre había muchos artistas y artesanos que iban y venían, gente diferente del resto, les gustaba jugar conmigo, nunca se enfadaban, vivían un poco al margen de la realidad. De pequeño hablaba con toda esta gente que me contaba sus ideas, que ellos convertían en un cuadro, un vaso, y eso me fascinaba. Por eso, siempre me ha atraído la idea de poder contar una historia y transformarla en algo que puedes tocar.

Ludovica: Yo "nací" arquitecta: de niña me colaba en todas las obras y me pasaba horas observando y estudiando los trabajos y las plantas. Mi gran suerte es que pude convertir mi pasión en mi trabajo, y ese es un deseo que transmito a todos.

¿Cómo se mete un arquitecto a diseñador de objetos?

Todos los creadores de nuestra generación somos arquitectos de formación, porque los estudios de diseño son muy recientes en Italia. Allí el núcleo del diseño de producto ha sido básicamente el mobiliario; no hay una tradición de diseño de producto industrial como en Alemania, si exceptuamos el sector automovilístico. Y el mobiliario es parte de la arquitectura, es como su segunda piel.

En otros sitios no existe ese tránsito fluido entre arquitectura y diseño: un arquitecto puede crear un espacio interesante, pero a menudo no sabe “llenarlo"

El problema con la arquitectura actual es que el fenómeno de los arquitectos estrella ha hecho que nuestra disciplina haya dejado de ser un servicio a la sociedad para convertirse en una expresión artística que produce “esculturas” a escala urbana. Hemos perdido la relación con la vida y el impacto que nuestro trabajo produce en la sociedad. No se trata tanto de recuperar un funcionalismo o una estética funcionalista como de la función propiamente dicha. No debemos renegar de la función.

Si nuestros diseños gustan es porque la gente los entiende al instante. Todo lo que tiene que ser explicado es erróneo

Creasteis vuestro estudio Palomba + Serafini Associati en 1994. ¿Tenéis una voluntad de estilo, un lenguaje a través del cual vuestro trabajo sea reconocido?

Si acaso la búsqueda de una cierta elegancia y atemporalidad. Por elegancia entendemos proporción. Cuando creas un objeto no puedes pensarlo nunca para un espacio tipo museo, debes pensarlo para un espacio habitado por personas. Si nuestros diseños gustan es porque son fácilmente reconocibles y la gente los entiende al instante. Todo lo que tiene que ser explicado es erróneo.

Habéis dicho que el buen diseño ya existe en una especie de imaginario colectivo, y que el trabajo de un creador consiste en sacarlo a la luz. Parece como si el oficio de diseñador fuese más una tarea de investigación y descubrimiento que un proceso de creación absoluta desde cero

Todo depende de si uno es religioso y cree que hemos sido creados por un ente superior, se llame Naturaleza o Dios. Todo lo que hacemos se rige por unas leyes universales que han sido creadas previamente; todo el Universo está contenido en nuestro cerebro, en nuestro ADN. Cada átomo de nuestro ser es un sistema solar en miniatura. No inventamos nada: redescubrimos a partir de nuestra experiencia y nuestra cultura. Nuestra búsqueda consiste en encontrar fragmentos de esa realidad ya existente y recomponerlos de una manera creativa. Nuestro trabajo no nace de una iluminación budista: uno no dice “¡Ah! Un lavabo” y ya está; se basa en buscar señales que las leyes de la Naturaleza han escondido en la materia, la forma, la tecnología, la función, la ergonomía, y que uno, como si fuera un explorador, debe descubrir.

Nuestro trabajo consiste en encontrar fragmentos de una realidad ya existente y recomponerlos de una manera creativa

¿Y de qué modo se materializa esta dimensión natural en el diseño de un objeto?

No renegando de nuestra propia mente. Cada uno lleva a cabo ese proceso de investigación a su manera. Somos afortunados, porque hemos pasado de un período en el que había un estilo preciso –racionalismo, postmodernismo– a una gran Babel de signos. Ya no existe el diseño en mayúsculas; existen los diseñadores, y cada uno de ellos es un intérprete de la contemporaneidad a su manera, pero siempre respondiendo a las mismas leyes.

Interesante esta visión filosófica y casi religiosa del diseño

Es que nuestro oficio tiene algo de religioso: la palabra pontífice con la que se califica al Papa de la iglesia católica significa literalmente construir puentes, y el diseñador no hace más que tender puentes entre idea, función y necesidad, y este es un proceso creativo pero también altruista por su dimensión social.

Vuestro trabajo es muy versátil, pero en los últimos años os habéis distinguido en el ámbito del baño con vuestras colaboraciones para firmas como Zucchetti, Kos y Laufen. ¿Qué os atrae de este espacio?

Cuando nosotros empezamos a diseñar hace 20 años, el baño era un lugar solo para la funcionalidad a secas; ahora es también un espacio de emociones, y creemos que tenemos cierto mérito en haber contribuido a este cambio de concepto. Por ejemplo, fuimos pioneros en el diseño de lavamanos y bañeras exentas, como una manera de ritualizar y enfatizar la relación con el agua, a la manera de una pila bautismal –de nuevo la dimensión religiosa–; y eso cuando todavía no existían griferías adaptadas. Ha sido un proceso de modificación de la cualidad arquitectónica del espacio a través del diseño.

El diseño italiano es híbrido, curioso, porque Italia ha sido siempre tierra de paso. Y esa curiosidad es la base de nuestra elegancia innata

¿Os sentís embajadores del made in Italy? ¿Creéis que los diseñadores italianos compartís una visión sobre el papel del diseño y su relación con la sociedad y la cultura?

Italia es como una cicatriz, un corte en medio del Mediterráneo que ha marcado el paso entre el este y el oeste, el norte y el sur. El diseño italiano es híbrido, curioso, siempre en discusión, porque hemos sido una tierra de paso. Y esa curiosidad es la base de nuestra elegancia innata. Pero también nos tienen miedo desde fuera. Los italianos carecemos de convicciones, somos como niños que se entusiasman con todo pero que también lo cuestionan todo. Cultivamos la duda, para nosotros la duda es Dios, y eso es peligroso para las culturas que se basan en sólidas certezas, que se ciñen a un esquema.

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