Entramos en la nueva tienda de Hermès en un edifcio histórico de Barcelona

Hermès tiene nueva casa. A unos pasos de su antigua tienda, la maison ha abierto una nueva boutique en el Paseo de Gràcia de Barcelona. Un espacio de dos pisos que abarca 372 metros cuadrados y se ubica en un edificio señorial de finales de siglo XIX. Con un coqueto jardín privado, el nuevo establecimiento fusiona los códigos de la firma con emblemas propios de la zona, como formas orgánicas en paredes, mosaicos y tonos arena, siguiendo la filosofía de Hermès que se caracteriza porque todas sus tiendas son una proyección de la ciudad en la que se ubican.

El espacio es obra del estudio de arquitectura parisino RDAI y está enmarcado por una elegante fachada de estuco de cal y arena, con acabados decorativos. Nada más entrar en la tienda se percibe la evocación de las formas orgánicas y escultóricas del modernismo catalán en la tradición de Antoni Gaudí: las paredes de estuco color arena y los techos blancos están trazados con líneas ondulantes y curvas que crean una sensación de movimiento. También el suelo compuesto por un mosaico en tonos degradados de azul refuerza esa sensación. Otro color protagonista es el verde, que entra en la tienda gracias a los elementos naturales del coqueto jardín ejecutado por la empresa catalana de paisajismo Local4 y presente desde todas las perspectivas. Flora local como cítricos y pinos mediterráneos, así como jacarandas y magnolios y buganvillas se filtran por los ventanales al interior de la tienda.

A la paleta de color que oscila entre tonos mediterráneos de azul celeste y verde mar, se le han añadido toques de naranja vibrante y rosa eléctrico. El color se emplea para delinear cada espacio, como los gabinetes lacados en azul brillante que exhiben las joyas y los relojes y una llamativa variedad de alfombras de mohair tejidas a mano en degradados que enmarcan los universos prêt-à-porter para hombre y mujer. Elementos que junto a la firma Ex-Libris y la iluminación de los globos de cristal Grecques crean un interior con toque extravagante.

El diálogo entre pasado y presente, tradición y modernidad, se ve reflejado en algunos elementos originales que se han mantenido y refuerzan la estética modernista, como las vidrieras de Antoni Rigalt i Blanch, que representan una escena florida al estilo japonés y se han reinstalado en el salón privado de la primera planta, donde se han restablecido los mosaicos de cerámica valenciana Nolla. Unos sofás y puertas corredizas de madera tallada ornamentada confieren a este salón un ambiente privado singular.

En el espacio que ha tardado seis años en culminarse, los elementos de la tradición catalana se entremezclan con piezas de arte de la contemporáneo, que incluyen paisaje oceánico de la fotógrafa canadiense Amy Friend y obras geométricas pop del irlandés Richard Gorman y piezas de la colección de Émile Hermès. La singular tienda, que une la historia y estilo de vida de Barcelona con la creatividad y la fina artesanía de la maison parisina, está lista para ser disfrutada por sus visitantes.