Shelfie, dícese, en neologismo digital, de aquella fotografía que exhibe el contenido de nuestras baldas cosméticas y de aseo: cremas, potingues, ungüentos, aderezos… Lo que usamos para embellecernos nos revela y nos define, refleja nuestros fantasmas y subraya nuestras inseguridades más íntimas.
Huipil de Oaxaca.
Íntimas, reveladoras, y también en muchos sentidos fantasmagóricas, son las posesiones que, durante 50 años permanecieron escondidas en el cuarto de baño de probablemente la artista mexicana por excelencia, la hiperbólica y genial Frida Kahlo. Por decisión de su marido, el muralista Diego Rivera, y de su amiga Dolores Olmedo, una caja cerrada con llave permaneció oculta, tras la muerte de su propietaria, en uno de los aseos de la Casa Azul, en Coyoacán: contenía unas 6.000 fotografías, 22.000 documentos y unos 300 objetos personales de la autora de La columna rota o Diego y yo. Se trata de una serie de objetos muy personales que abocetan el panorama de sufrimiento, frustraciones, desgaste físico y, pese a todo, colorida autosuperación de una creadora torturada por el dolor: por su enfermedad y sus desamores.
Coloretes y lápices marrones.
Una selección de este botín secreto se expone ahora en la galería 38 del Victoria & Albert Museum de Londres, hasta el próximo noviembre en una muestra que se ha titulado Making Her Self Up (construyéndose a ella misma). Es la primera vez que se muestra fuera de México.
Su pierna ortopédica.
Además de rojos lápices de labios, coloretes Revlon y cosméticos diversos (como los lápices marrones que le permitían evidenciar su velludo entrecejo) y de preciosas piezas de joyería, destacan entre los 200 objetos expuestos unos 22 vestidos de tehuana de Frida, tradicionales huipiles bordados, faldas polícromas, caftanes de algodón multicolor… Un atuendo típico de Oaxaca, que la artista eligió intencionalmente como seña de identidad, emblema de una tradición matriarcal, de mujeres poderosas en colores vivos.
Autorretrato.
El muestrario incluye también duros corsets embellecidos con dibujos de la mexicana (uno de los cuales muestra el boceto de un feto, catarsis muy probablemente para la historia de infertilidad y abortos de la pintora). Una de las piezas más perturbadoras es la pierna ortopédica tras la amputación de una de sus extremidades, que Frida se vio obligada a llevar diariamente hasta su muerte (en 1954, a los 47 años). Para esta prótesis, diseñó una delicada bota bordada en piel roja, con encajes y cascabeles.
Collar perteneciente a Frida.
Destacan también figurillas olmecas, fotografías (muchos autorretratos) y óleos. El recorrido se vincula en la pinacoteca británica a una serie de autorretratos de Frida, que terminan de dar sentido no solo a su creación, sino a la personalidad y espíritu genial de la creadora. De acuerdo con el comisario de esta muestra, Sarah Wilcox, “la exposición es una evidencia real del modo en que Kahlo construyó su identidad y coreografió meticulosamente su apariencia y su obra”. En otras palabras, una prueba de la manera en que el arte y la auto-conciencia le permitió superar una vida dolorosa e incapacitante desde su terrible accidente en autobús a los 18 años.