Ojos de buey, ondas blancas, reminiscencias náuticas y un decorado a modo de camarote. Podría ser la descripción de cualquier barco amarrado en la bahía de Santander y no, pero casi. Porque el nuevo restaurante La Maruca, atraca en Madrid con toda la esencia marítima y cántabra, de la mano de Zooco Estudio.
Homenajeando a grandes joyas racionalistas de la arquitectura de Santander, tales como la Escuela de Vela "Isla de Torre" o su Real Club Marítimo, y mediante un proceso de abstracción, el proyecto juega con el dualismo exterior-interior, generando exteriores dentro de interiores, recreando ambientes abiertos, náuticos, en los que se percibe el mar, pero sin llegar a verlo. Gracias al uso de cintas o bandas, se moldea la volumetría interior, expresada mediante múltiples fachadas, curvas amables, invitando al visitante al paseo y a la observación, como una suerte de romería a través de imágenes paisajísticas y costumbristas de la ciudad cántabra.
Mediante un proceso de abstracción, el proyecto juega con el dualismo exterior-interior, generando exteriores dentro de interiores, recreando ambientes abiertos, náuticos, en los que se percibe el mar, pero no se le ve.
Foto: David Zarzoso
Carácter litoral y marino
Tal y como describe el propio estudio, "la materialidad del proyecto se relaciona estrechamente con su carácter litoral y marino: madera náutica de teca con junta negra a base de polímeros, usadas en las cubiertas de los barcos, como pavimentos en zonas de paso; micro terrazo claro con minerales en colores tierra, para suelos en ambientes de sala: cemento pulido blanco como acabado de todos los volúmenes que conforman el edificio interior; tablillas de madera de teca erigen todos los elementos verticales del proyecto, tales como columnas y pilares; por último, techos lisos blancos, con un grado muy alto de absorción acústica".
La envolvente del restaurante, gracias a las cuatro orientaciones del local, es 360º. Grandes vidrios fijos, a modo de caja transparente, "potencian la mayor permeabilidad posible, y favorecen la observación clara y nítida de los volúmenes interiores desde la totalidad de su entorno urbano". Gracias a un sistema integral de puertas correderas de madera, el local puede disponer de diferentes grados de privacidad y de protección solar.
En el centro del edificio marítimo, a la vista de todos los paseantes de dentro y fuera del local, se sitúa su espectacular cocina vista. "Nada se oculta. A modo de cuarto de máquinas de un barco, se ofrece en su totalidad en un ejercicio de confianza en el equipo y de transparencia hacia el cliente. El acero inoxidable, fiable e inmutable, ejerce de protagonista absoluto".