Delia Ruiz Malo es una artista barcelonesa formada como diseñadora gráfica en Barcelona (Elisava) y en Helsinki (Aalto University School of Arts, Design and Architecture). Y también como diseñadora de estampados y superficies en Madrid (IED).
En cuanto a su carrera profesional, se ha desarrollado en varias ciudades como Helsinki, Barcelona, Madrid, Ámsterdam, Manchester, Sydney y San José (Costa Rica). No ha parado quieta. Esta visión nómada y las ganas de conocer personas y culturas se perciben en el optimismo y alegría de su obra.
Los colores planos con texturas y los vivos contrastes de su obra
¿Qué la define? Su pasión por el skate, el surf y el snowboard. En realidad, uno u otro, se pueden practicar en la mayoría de lugares del mundo.
Este ímpetu le ha llevado a trabajar para O’Neill Europe y a colaborar con distintas marcas (Sel Surfboards, Billabong, Nike, etc).
Según ella, “cuando vives comprometida con lo que te hace feliz, el éxito es más un estilo de vida, que una meta alcanzable”. Y no podemos estar más de acuerdo, su discurso es 100% inspirador.
La preparación artística a mano asegura una sincera producción individual
Y es que Delia es una entusiasta de la mezcla entre diferentes técnicas. La abstracción, la geometría, los colores planos con texturas y los vivos contrastes sobresalen en la vanguardia con patrones urbanos.
En una era arrasada por los avances tecnológicos, la rider mantiene un enfoque auténtico. De hecho, la preparación artística a mano asegura, no sólo un resultado único en los proyectos, sino una sincera producción individual.
Una de sus ilustraciones en la mesa de la cocina, funcionan en cualquier espacio
Sus ilustraciones se aplican a cualquier tipo de soporte: moda, textil del hogar, cerámica, calzado, packaging, papel pintado, skates, láminas/posters, etc.
Sin embargo, lo que la hizo más conocida al público fue el retrato. En 2019 realizó uno de Rossy de Palma, que la musa de Galliano compartió en sus redes sociales. A raíz de las recomendaciones de la actriz, Delia ha tenido un aluvión de encargos.
El retrato de Rossy de Palma