Cultura del bienestar: ¿Cómo nos cuidamos en la actualidad para sentirnos bien?

En los últimos años hemos asistido a un cambio en nuestra manera de experimentar la felicidad. Si antes practicábamos un bienestar de carácter más autónomo, poco a poco hemos ido enten- diendo que nuestra dicha debe ir ligada a la de nuestro planeta o no puede ser entendida como tal. Esta toma de conciencia ha transformado la estética del ocio en todas sus variantes: desde el diseño de un cosmético hasta la concepción de los espacios donde nos cuidamos.

"El deseo de estar bien es una parte importante del lograr estar bien"- Séneca.

"El deseo de estar bien es una parte importante del lograr estar bien"- Séneca.Foto: Laura Chouette

Cristina Ros
Cristina Ros

Redactora de Arquitectura y Diseño

El interés por entender el bienestar no es algo nuevo. Los grandes filósofos y místicos de todos los tiempos han ofrecido sus perspectivas sobre la felicidad y lo que constituye una buena vida. Ya en la Antigüedad, algunos pensadores sostenían que, para alcanzar la felicidad, era necesario dejarse llevar por las pasiones, en una búsqueda constante de los placeres. Otros, sin embargo, opinaban que solo a partir de la represión de sus instintos, mediante una vida ascética, era posible alcanzar la vida buena. Aristóteles, uno de los padres de la filosofía occidental, propuso que, para alcanzar el bienestar, al que él llamaba "la vida mejor", era necesario procurar tres clases de bienes: los recursos externos, interpretados como los bienes materiales. Los bienes del cuerpo, representados en los conceptos de "salud y belleza". Y los bienes del alma, que tienen que ver con el equilibrio interior y anímico. Casi nada.

 

 

Fuente de satisfacción

Muchos años después, concretamente después de la Segunda Guerra Mundial, el concepto del bienestar apareció por primera vez ligado a las reivindicaciones por las mejoras laborales. Desarrollo y bienestar se establecieron como dos conceptos unidos en el bien vivir de las personas. En 1975, el doctor en psicología Mihaly Csikszentmihalyi formuló la teoría del Flow o teoría de la experiencia óptima, en un artículo publicado en el Journal of Humanistic Psychology. Dijo que las experiencias óptimas o de flow tienen que ver con los momentos en los que ponemos en práctica nuestras habilidades, de manera tal que estamos totalmente absortos en lo que estamos haciendo. A partir de entonces, flow se convirtió en un concepto muy relevante ya que se relacionaba con una mejor calidad de vida. Csikszentmihalyi resolvió que cuanto más a menudo realizamos actividades que implican una total concentración, que representan retos y que permiten que usemos y desarrollemos nuestras habilidades, más felices y satisfechos con la vida nos sentimos.

En este punto, cabe recordar que lo que las personas entienden por bienestar, aquello que produce satisfacción y disfrute, varía de una sociedad a otra, de una época a otra, de una etapa del desarrollo a otra y de un momento personal de la vida a otro. Sin menospreciar la amplia variedad de factores que contribuyen a la calidad de vida personal, el tema del ocio se ha posicionado como un elemento fundamental. El profesor emérito Manuel Cuenca Cabeza, en su libro Ocio humanista (ed. Universidad de Deusto), manifiesta que el ocio forma parte de las necesidades vitales básicas específicamente humanas que se relacionan con el deseo, la libre elección, la motivación y el disfrute. "El ocio no es tiempo libre, ni una actividad, sino un modo de ser y percibir, un derecho, si se quiere, un ámbito de la experiencia humana que contribuye a la autorrealización , en el sentido de que somos sujetos únicos y protagonistas de la libertad para que el ocio sea la fuente de satisfacción, alegría y creatividad del mundo".

En cuerpo y alma

La pandemia ha cambiado nuestra forma de entretenernos, nos ha vuelto más hogareños, pero también más exigentes y selectivos. Un estudio realizado por la consultora The Cocktail Analysis pronosticó que, en los próximos años, el ocio será "menos masivo, estará más centrado en el beneficio social y construido desde el hogar". Durante los meses de confinamiento, el bienestar se convirtió en un refugio, un pasatiempo y el más asequible de los lujos. Una ducha pausada o un ritual de belleza se transformaron en burbujas de libertad cuando estábamos encerrados. Exfoliarse o darse un baño eran las nuevas palmaditas en la espalda, y más teniendo en cuenta el camino hacia la sostenibilidad que estaban –y están– experimentando la mayoría de las marcas cosméticas. Durante aquellos meses, también redescubrimos el poder del ejercicio físico como vehículo para mejorar cuerpo y alma. La profesora Xuan Lan confirmaba, con su casi millón y medio de seguidores, el interés disparado por la meditación, el yoga y la alimentación saludable. Mucho ha llovido desde que Aristóteles enunciara su teoría, pero nuestras ganas de ser felices permanecen intactas.

 

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vaso de agua en una mesa blanca de mármol

Salud: Tratamiento integral

En estos últimos años, los centros de bienestar y de belleza nacionales e internacionales han pasado de ser lugares fríos y asépticos, que siempre ofrecían el mismo tipo de servicio, a convertirse en cálidos refugios llenos de personalidad, con una oferta muy amplia y variada. Se trata de espacios conscientes que invitan a construir un nuevo estilo de vida sobre pilares diferentes. Espacios como Sha Wellness Clinic, ubicada en Alicante, frente al Mediterráneo –pero con el proyecto de abrir nuevos centros en México y Emiratos Árabes–lideran esta tendencia ya que trabajan con la idea de ofrecer sistemas de salud integrales que incluyen una alimentación adecuada, efectivas terapias naturales y los últimos avances de la medicina occidental. Son los centros de medicina preventiva, que cuentan con la tecnología más avanzada para recuperar el equilibrio y que se ubican en lugares idílicos para hacer a la naturaleza partícipe del cambio físico y emocional.

edificio blanco

Ocio: Natural y necesario

El cambio de rumbo que está experimentando el ocio es fruto de la profunda transformación que estamos viviendo como sociedad. Hemos pasado de vivir nuestro ocio sin demasiados escrúpulos a tomarlo como una valiosa oportunidad para conocer y mejorar nuestro planeta. En nuestro tiempo libre, las prácticas que implican la explotación de los recursos naturales han dado paso a actividades que nos ayudan a conectar con nuestro entorno. Esto incluye una colección cada vez más generosa de hoteles rurales que cultivan al máximo cada uno de sus detalles: una cuidada elección de los materiales con los que están construidos (paredes, suelos, techos...), el paso de una piscina convencional a una piscina natural, una oferta gastronómica sana y de calidad con preferencia por los productos locales... ¿El objetivo? Que nuestro bienestar individual no comprometa la salud de los que nos rodean ni tampoco de nuestro entorno.

persona tumbada en un sofá

Belleza: Componentes orgánicos

El boom de las marcas de cosmética natural va ligado a la incesante búsqueda de ingredientes orgánicos que aporten el necesario bienestar físico y mental, al mismo tiempo que se pone en práctica un modelo de producción más sostenible. De la flor de azahar que nace a orillas del río Guadalquivir a los aceites de oliva virgen extra con denominación de origen que afloran en nuestros montes, las posibilidades de generar productos que cuiden de nuestra piel desde un punto de vista más consciente son infinitas. Cada vez abundan más marcas como Nasei, en Bizkaia, que establece alianzas con los agricultores locales para que el 90% de sus ingredientes procedan de cultivos orgánicos españoles. O como Ayuna, cuyas fundadoras, Isabel Ramos y Begoña Sanjuán, han desarrollado un nuevo y revolucionario concepto de belleza que vincula el lujo con lo natural y la alta tecnología. ¿Más firmas? Rowse, Rassa-Botanicals o Le Pure.

manzanas verde en un plato blanco y mantel

Alimentación: El nuevo recetario

Nuestra relación con los alimentos que consumimos también ha cambiado mucho en los últimos años. Si bien antes nos dejábamos llevar por la inercia, ahora queremos conocer cada detalle de lo que ingerimos. Nos importa que en nuestra alimentación haya productos fair trade, el sello que garantiza que se han comprado a un precio justo, a una productora que apoya el desarrollo sostenible y en condiciones de trabajo dignas. También damos prioridad a los productos de procedencia local de temporada, e intentamos que tengan unos niveles de azúcar bajos. Entre horas, hemos cambiado la ingesta de bollería industrial por opciones más sanas, con la fruta y la verdura como nuevas protagonistas. Según la nutricionista y secretaria científica de la Sociedad Española de Ciencias de la Alimentación (SEDCA) Andrea Calderón, "existe una creciente concienciación sobre nuestra salud y la del medioambiente que lleva a optar por alternativas más sostenibles".

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