Contra lo que muchos puedan pensar, la calidad del aire en el interior de los hogares a menudo es peor que en el exterior, especialmente en las ciudades. Concretamente, el aire que respiramos en casa puede estar entre dos y cinco veces más contaminado que el de la calle, según estudios de la prestigiosa Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA).
Esto se debe a diversos factores, entre ellos el humo del tabaco, la humedad –causa de la aparición de hongos y moho–, y la composición química de los revestimientos y tratamientos de superficies y materiales –pinturas murales, barnices de suelos y mobiliario– así como de los productos que utilizamos para su limpieza. Estos últimos pueden liberar sustancias potencialmente dañinas para la salud, como los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV), sobre todo a causa de su concentración en espacios cerrados.
Los sistemas de calefacción por combustión requieren de una eficiente evacuación de gases para no incrementar el nivel de CO2.
En invierno la problemática se agrava porque, debido lógicamente a la climatología adversa, pasamos más tiempo encerrados en casa. Y si para calentar el ambiente utilizamos sistemas de combustión como estufas de gas o chimeneas de leña que no son estancos, el riesgo de que se incremente el nivel de CO2 en el aire es evidente. Sin olvidar que los ambientes demasiado caldeados son caldo de cultivo para una mayor presencia de ácaros y otros microorganismos que pueden ser causa de problemas respiratorios, alergias y afecciones cutáneas.
La mayoría de los sistemas de calefacción y enfriamiento domésticos, incluidos los sistemas de calefacción por aire forzado, no hacen ingresar mecánicamente aire fresco a la casa. Por eso, la forma más inmediata y fácil de mejorar la calidad del aire interior es ventilar correctamente los espacios abriendo puertas y ventanas. La ventilación también ayuda a eliminar o diluir los contaminantes transmitidos por el aire en espacios cerrados que provienen de fuentes interiores.
Pero de nuevo nos encontramos con el hándicap de que en invierno no podemos mantener las ventanas abiertas mucho tiempo para evitar que el interior se enfríe demasiado y luego tengamos que incrementar el gasto energético para llegar a la temperatura de confort. Por eso, resulta útil contar con una ayuda tecnológica suplementaria en forma de purificadores de aire.
El equipo de purificación de aire Daikin MCK55W permite humidificar y purificar en un mismo dispositivo generando aire puro gracias a la descarga activa de iones de plasma y a la tecnologías flash streamer. Además inactiva el 99'9% del Coronavirus.
La efectividad de un purificador de aire depende de cómo recoge contaminantes del aire de interiores (expresado como un índice de eficiencia porcentual) y de cuánto aire extrae a través del elemento de limpieza o filtro (expresado en pies cúbicos por minuto). Los mejores equipos logran una eficacia de filtrado superior al 99% de las partículas, gracias a la incorporación de filtros HEPA, especialmente indicados para personas con alergias al polvo, el polen y los ácaros.
Finalmente, otro componente de la calidad del aire interior es la recuperación de la energía, que permite ahorrar energía mediante la transferencia de calor y humedad entre los flujos de aire, ayudando de este modo a adaptar el aire de suministro a las condiciones interiores requeridas en lo relativo a temperatura y humedad.