Sua significa fuego en euskera y es el nombre con el que el actor y modelo vasco Jon Kortajarena ha bautizado su refugio frente al mar en el norte de la isla de Lanzarote, una casa blanca construida sobre las rocas negras en la que el bilbaíno encuentra el descanso. Ubicada en un tranquilo pueblo pesquero, entre la falda del Risco de Famara y la espectacular playa, esta vivienda de los años 70 restaurada se ha concebido con el máximo respeto por el lugar en el que está situada.
Materiales naturales
Para realzar el entorno único en el que se ubica se han fusionado el interior y el exterior a través de elementos sobrios, que resaltan la belleza de lo imperfecto. Casa Sua busca interferir lo menos posible en el entorno natural y buscando la integración en él, de ahí que los materiales que predominan son el hierro, la madera, el cristal, el lino, el cemento y la piedra. Es un alojamiento comprometido con el medio ambiente y el ecosistema volcánico de la isla y su concepto arquitectónico se basa en que el conjunto de la vivienda tiene que estar en contacto con la naturaleza.
Estancias abiertas
El interior se ha ideado como un espacio cómodo, con detalles sobrios y eclécticos que transmiten serenidad. Es un lugar de estancias abiertas y grandes ventanales con vistas a la playa de Famara y su fina arena tostada. Todo está pensado para vivir al ritmo pausado que se respira en la isla.
Punto de encuentro
Fuera, en el exterior, uno de los centros aglutinadores de la casa es la piscina, con fabulosas vistas a la playa e ideal para darse un chapuzón y sobrellevar las altas temperaturas, especialmente en verano.
Relax privado
En la terraza hay una bañera redonda de metal forjada y una piedra volcánica tallada en la que el modelo ha instalado una ducha que mantiene la filosofía de la integración en el entorno.
Otros dos apartamentos y un estudio
El terreno en el que está situada la vivienda de Jon Kortajarena incluye dos apartamentos anexos y un estudio que están disponibles para el alquiler vacacional. Tal y como explican en su página web, los apartamentos son luminosos, diáfanos y acogedores. Disponen de terraza privada con vistas a la piscina, dos habitaciones dobles, baño y cocina equipada integrada en el salón-comedor.
El estudio, por su parte, es completamente independiente y se encuentra en un entorno de palmeras. Tiene 30 metros cuadrados y es un espacio abierto con una pequeña cocina integrada a la habitación. Sus grandes ventanales y un espejo estratégicamente colocado ofrecen vistas al mar y fusionan interior y exterior creando así una sensación de amplitud. Ambos comparten una terraza con piscina orientada hacia el mar y con el acantilado de Famara de fondo.