Desde que Marbella fue descubierta por la realeza europea como destino en el que disfrutar de un clima privilegiado hasta su consolidación como la sede vacacional para la jet, dejó de ser un pueblo de pescadores para convertirse en un enclave que apuesta por el diseño y el lujo. Pensado para convertirse en un nuevo centro de referencia gastronómica y social este verano acaba de abrir sus puertas el nuevo SLVJ Marbella, una sonada incorporación a la propuesta culinaria de la ciudad andaluza que promete convertirse en referente. Lleva el sello del grupo Salvaje y sigue la estela de sus hermanos patrios, los tres locales de Madrid, el de Barcelona y el de Valencia. Manteniendo también una filosofía de vida hedonista y sibarita y ofreciendo una cocina creativa y explosiva, el de la Costa del Sol cuenta, además, con un impresionante beach club exterior.
Materiales nobles, tonos cálidos y una abundante vegetación recalcan la conexión con la naturaleza y el mar.
El proyecto de interiorismo del nuevo local ubicado en el corazón de Puerto Banús, en plena movida marbellí, lo firma Ilmiodesign, que ha querido crear "un espacio donde la vegetación juega un papel muy importante y define el recorrido del cliente desde que se adentra en el espacio, guiándolo hacia la búsqueda de zonas de oasis, rincones siempre diferentes donde sentarse y relajarse disfrutando de la propuesta gastronómica". Para conseguirlo, una sucesión de redes miméticas sirve de guía hasta la barra principal, donde dos manos de mono que salen desde la tierra sujetan el techo. "Esta referencia a elementos originales que buscan sorprender son recurrentes en el proyecto", indican los arquitectos.
El exótico beach club de SLVJ Marbella
Foto: Antonio Alarcón
En Salvaje Marbella se puede elegir entre la sala interior y el beach club, ambos espacios con el ambiente sofisticado y eclético que es marca de la casa, en tonos cálidos que invitan al relax pero sin bajar la guardia. El exterior es el paraíso de Salvaje Marbella, una enorme zona decorada con palmeras y vegetación exótica donde hay camas balinesas e incluso un coqueto reservado. A nivel cromático, la vegetación tropical y frondosa contrasta con las tonalidades cálidas y empolvadas elegidas para los maceteros y tapizados, que en su conjunto aportan la alegría y positivismo propios del verano y de una localidad costera. Este contraste también se ha buscado en la zona del restaurante, donde Andrea Spada y Michele Corbani han jugado con la combinación de materiales nobles y lujosos, como la piedra de la barra, y las formas y los tapizados sinuosos y atrevidos. Una zona pensada para que pueda ser acogedora también por la noche y en invierno.
Los elementos originales abundan en todo el espacio, como ejemplifica esta ducha con forma de mano.
Foto: Antonio Alarcón
Al frente de la propuesta gastro está el chef Fermín Azkue, que ha creado una carta divertida y desenfadada en la que se conjuga el buen producto con la creatividad y algunos guiños a la cocina y la despensa del mar con pescados y mariscos como bogavantes, carabineros, pulpo, ostras, vieras, la lubina, la gambas rojas, el erizo de mar y los percebes. La carta cuenta con una gran parte dedicada a la cocina asiática, donde no falta el sushi ni los nigiris, los icónicos sashimi o los temakis. Una sabrosa oferta en la que cuesta elegir.