Anni Albers, una revolucionaria artista del textil
El museo Guggenheim de Bilbao le dedica una merecida retrospectiva a una de las alumnas más aventajadas de la Bauhaus
Anni Albers, una de las artistas más prominentes de la Bauhaus, fue pionera en la renovación del arte textil. Su ideario estético irrumpió con una frescura inusitada en las fábricas, imprimiendo en los telares el lenguaje gráfico moderno. Ya no pisaríamos sobre el mismo suelo. Con gran justicia dada su apasionante pero no tan conocida trayectoria, el museo Guggenheim de Bilbao le dedica la exposición retrospectiva Anni Albers: tocar la vista (hasta el 14 de enero). Ilustrada con gran número de “tejidos pictóricos”, en ellos se observan la perfección formal de las tramas y la adopción de preocupaciones de la pintura moderna y abstracta en el trabajo textil, a la vez arcaico y ligado a la sociedad industrial.
Nacida en Berlín en 1899 y esposa del pintor Josef Albers, siempre tuvo presentes los ideales de la Bauhaus, donde llegaría a dirigir el taller textil en 1931. En concreto, abogó por la democratización del arte para que este llegaras a todos y no solo a las élites. Tras el cierre de la escuela de Weimar por el partido nazi en 1933, el matrimonio decide dar el salto a Estados Unidos, donde ambos trabajaron como profesores en una escuela liberal que se convertiría en referencia de la modernidad artística: el Black Mountain College de Carolina del Norte. Aquí se produce otro momento clave de su carrera, ya que además de dar rienda suelta a su creatividad artística decide recopilar todas sus teorías sobre el textil en escritos que hoy en día son la máxima referencia para entender la evolución del fiber art.
Albers dio muchísima importancia a los materiales y a la técnica. Puede decirse que estos marcaron o dieron pie a sus ideas más rompedoras. Innovó a la vez en el tratamiento de las tramas y buscó la inspiración tanto en la industria moderna como en culturas ancestrales; junto a su esposo hizo numerosos viajes por México, Cuba y Perú, de los que volvían con la maleta repleta de ejemplos de patrones (algunos expuestos en Bilbao). En 1963 Albers encuentra un nuevo espacio de investigación en las técnicas de impresión —serigrafías, aguatintas, litografías y ediciones offset— que reemplazan su trabajo directo con los tejidos a partir de la década de los setenta. Nunca dejaría de experimentar y esa vitalidad es quizá su más importante legado.