Andrew Trotter ha diseñado la villa más bonita de Puglia

Las geometrías de los diferentes elementos estructurales confluyen creando rincones tan especiales como este, en el que escaleras y ventanas juegan a entenderse. 

Situada en un gran terreno entre olivos, Villa Cardo posee todo lo que alguien le puede pedir a una residencia vacacional en un paraje privilegiado y soleado. Naturaleza, una piscina de obra que se adapta a los desniveles del suelo, un gran porche donde comer y cenar y una casa con patios, blanquita y espaciosa. What else?

Construida en piedra caliza, la casa está decorada con una mezcla de muebles antiguos combinados con sofás Ghost de Gervasoni, sillas de comedor de Fredericia y lámparas de Flos y Santa Cole. En el porche, el mobiliario de obra, como el sofá o la cocina exterior, se complementa con mesas y sillas de madera adquiridas en tiendas locales. Este mix le da un aspecto gustoso y acogedor, como bien puede apreciarse en esta zona de sombra, con techo de bambú, al lado de la piscina.
 

Los límites de la casa dibujan espacios y sombras como este, en el que la arquitectura se muestra desnuda ante el paisaje.

Las ventanas se abren en puntos estratégicos para enmarcar una vista. Como aquí, donde parecen cuadros de árboles en tres dimensiones.

Blanco. Blanco por doquier. Y es que este es el hilo conductor de esta casa, blanca por fuera y por dentro. La elección de este tono impoluto es totalmente intencionada, consecuentemente con el clima caluroso y soleado de esta zona del sur de Italia. El blanco es fresco y luminoso, por lo que se trata del color más adecuado para exteriores e interiores donde se necesite una climatización sostenible, como es el caso. El blanco se alterna con tonalidades en crudo para tejidos y piezas decorativas. El negro de la perfilería de aluminio aporta modernidad. 

El comedor continua con la sencillez y austeridad decorativa, que para nada resulta fría, sino 100% acogedora. 

Siguiendo las directrices de las casas típicas de la región, los muebles son escasos y la mayoría de necesidades se solucionan con estructuras de obra, como bloques que hacen de mesillas de noche, hornacinas para el almacenaje, etc. Guiños en negro, como los apliques, aportan su toque contemporáneo. 

La presencia del terrazo en el baño hace que este interior sea contemporáneo y cálido. 

La arquitectura de la villa alterna rectas y curvas, casi a partes iguales. Los diferentes bloques residenciales se unen creando patios y caminos interiores, ventanas al paisaje que enmarcan las vistas y escaleras que conducen a las distintas estancias desde el exterior.

Luces y sombras, rectas y curvas, blanco y verde... El juego de contrastes es omnipresente. 

Desde la azotea de la villa se puede divisar el mar. Inmersa en una hectárea de terreno, lleno de olivos y almendros, el paisajismo se completa con cactus y plantas que se adaptan sin problemas al calor. 

Los diferentes planos y el blanco de todos ellos van cambiando de tonalidad según las horas del día y la incidencia de la luz solar sobre ellos. 

Al atardecer, un color rosado "pinta" las fachadas.