Situada entre el océano Atlántico y el mar de la Cuenca de Arcachón, la península de Lège-Cap-Ferret es un destino frecuentado por quienes buscan desconectar en un ambiente chic y relajado y al que llegan seducidos por sus playas de arena blanca en las que practicar deportes acuáticos. Considerado como uno de los enclaves de Europa con las mejores olas, este punto del mapa se ha convertido en centro de peregrinaje para los aficionados al surf.
Para quienes busquen descubrir este destino, sumergirse en el ambiente surfero y reconectar con la naturaleza, nada como alojarse en el Hotel des Dunes, un emblemático establecimiento que rezuma el frescor relajado de los moteles de la costa californiana. Situado en la carretera principal, enclavado en las dunas y a 300 metros de las playas, este hotel tiene la sencillez y el estilo como motor.
Las habitaciones destilan frescura y anclarse en lo esencial gracias a la ausencia de televisión y algunos toques de color sobre el suelo de madera blanca.
Foto: GaelleTronquit
Ubicado a 400 metros del faro de Cap Ferret y a tan solo 300 metros de la playa de las Dunas, el establecimiento cuenta con 13 habitaciones escondidas entre pinos y playas. Detrás de su espíritu relajado están Karine Tiphagne Hecquet y su marido, Jean-Philippe, que descubrieron la península de Cap Ferret hace 25 años. Ella, comunicadora y consultora; él un profesional de la marca de lujo, solían pasar asaban los veranos en Hawái, cuna del surf recorriendo el archipiélago con sus tres hijos. Viajeros de corazón, se establecieron en Canadá y Nueva York, se enamoraron de los Hamptons, así como de Montauk, California, Malibú, Monterrey, Santa Cruz y San Diego. Y en cada vacación, la familia deshacía sus maletas en moteles junto al mar. De vuelta en Francia en 2015, la pareja redescubrió Cap Ferret con la idea soñada de abrir algún día su hotel hasta que el año pasado Tiphagne Hecquet se convirtió en la orgullosa propietaria del Hotel des Dunes, toda una institución y el más antiguo de la península, ya que abrió sus puertas en 1969, en una época en la que Cap Ferret era todavía un pueblo de pescadores.
Reuniendo sus mejores recuerdos, Karine busca traer de vuelta el espíritu y la cultura del surf tan arraigados en el hotel y la historia de Cap Ferret, entrelazados con una nueva elegancia chic y atemporal gracias al ojo preciso y al conocimiento del patrimonio local de la arquitecta Delphine Carrère.