El estudio dAAr Arquitectura ha sido el encargado de convertir dos residencias familiares de principios del siglo XX en el nuevo Nobu Hotel Sevilla, un delirio histórico que nos sumerge en las distintas épocas que ha vivido la capital hispalense y que convierte el alojamiento, en un viaje en el tiempo. Ya solo su ubicación nos sitúa en un enclave único, enfrente de la fachada plateresca del Ayuntamiento, en los números 11 y 12 de la plaza de San Francisco.
Ambos edificios nacieron como residencias familiares de una burguesía floreciente en la segunda década del siglo XX. El primero, de 1914, lo firma Juan de Talavera Heredia, el segundo fue construido dos años antes por José Espiau y Muñoz. A estos edificios se sumó un tercero con fachada a la calle Álvarez Quintero. Los arquitectos coquetearon en sus inicios con el estilo en boga de la época, el modernismo, pero finalmente se apuntaron al regionalismo. Esta corriente, que se asienta en el paso entre los siglos XIX y XX, intenta recuperar la arquitectura célebre y monumental del pasado incorporando elementos del barroco, el estilo mudéjar o el gótico.
Los nuevos espacios se articulan alrededor de cinco patios, siendo fácil adivinar dónde empieza y acaba cada edificio, manteniendo la unidad de cada inmueble.
Foto: Daniel Schäfer
Alrededor de cinco patios
Los nuevos espacios se articulan alrededor de cinco patios, siendo fácil adivinar dónde empieza y acaba cada edificio, manteniendo la unidad de cada inmueble. "Buscábamos respetar los lenguajes de la arquitectura original y conservarla trabajando con materiales tradicionales, como los mármoles, las columnas de piedra en el patio de los arcos, con pinturas a la cal…", explica David González García, socio fundador del estudio madrileño. Y continúa, "las fachadas nuevas y el interior de los patios se han marcado claramente con un lenguaje moderno, jugando con una piel abstracta continua que contrasta de forma serena con las fachadas enfoscadas tradicionales".
Una vez desarrollada la planta por parte de dAAr, se proyectaron dos tipos de habitaciones. Unas son más tradicionales en cuanto a sus acabados y riqueza en molduras y ornamentos. Son las que se encuentran en las plantas protegidas y corresponden a las dos casas con fachada a la plaza de San Francisco. En ellas se utilizan materiales más clásicos como suelos de espiga en madera de nogal o mármol de san Vicente en los baños. Se han mantenido y restaurado molduras de techos y paredes. En estas zonas encontramos colores vivos y atrevidos, como los verdes y azules, en los cabeceros.
Por otro lado, para las estancias de la calle Álvarez Quintero, se buscó un lenguaje más puro, persiguiendo la calidez y la serenidad. Aquí los suelos son de mármol negro Marquina en habitaciones y baño y los vestidores y armarios se han revestido en madera de nogal. El toque de color lo aportan detalles en negro o tonos grises.
Una historia de romanos
Nobu Hotel Sevilla permite contemplar los restos de la muralla romana del siglo III que ha permanecido oculta durante siglos y que apareció durante las obras. "A pesar de conocer la existencia de la muralla romana en la ciudad sevillana, no se sabía ni su fecha exacta, ni trazado, ni sistema constructivo. Ahora, restaurada, se puede contemplar en uno de los patios para disfrute de los huéspedes del hotel y del público general, buscando de nuevo un diálogo, sin estridencias ni competiciones, entre lo tradicional y lo contemporáneo", afirma González.
Así que, a las maravillas arquitectónicas, el lujo de cualquier hotel Nobu, sus 25 habitaciones y el restaurante del chef Nobu Matsuhisa, se suma esa pequeña joya histórica. Con razón se dice que Sevilla tiene un color especial.