Elsa Peretti, modelo y diseñadora de joyas, murió en su casa el pasado jueves mientras dormía. Peretti abandonó su Italia natal en los años 60 para instalarse en Nueva York, donde adquirió una gran fama como modelo. Allí frecuentó Studio 54, junto a Andy Warhol o Bianca Jagger. En 1974, Peretti empezó a diseñar joyas para Tiffany's, una exitosa colaboración que se prolongaría a lo largo del tiempo.
Sin duda, la aportación de la florentina Elsa Peretti al mundo de la joyería es su personalísima manera de entender la belleza y la elegancia. Formas orgánicas como huesos, judías, corazones, manzanas, serpientes, lágrimas o estrellas de mar se convertían bajo su mirada libre de prejuicios en joyas con una valiosa intención: que la mujer que las luciera se sintiera moderna y cómoda, y expresara, a través de ellas, un nuevo estilo, en el que la sencillez muestra la verdadera elegancia natural.
Para Tiffany & Co, diseñó toda clase de piezas: desde collares hasta boles, pasando por colgantes y broches. En la foto, brazaletes Lacquer Bangle.
La biografía de Elsa Peretti es la de una mujer que ha sido capaz de vivir una existencia extraordinaria: nació en 1940 en Florencia en el seno de una familia burguesa –su padre fue un magnate del petróleo–, se educó en Suiza y Roma, formándose en diseño de interiores, y en 1969 se estableció como modelo de moda en Barcelona –allí trabajó con los fotógrafos Oriol Maspons y Leopoldo Pomés, y conoció a Dalí– y más tarde en Nueva York, donde empezó a diseñar sus propias joyas. El diseñador de moda americano Giorgio di Sant’Angelo usó algunas de sus piezas en uno de sus desfiles, que de inmediato tuvieron un enorme éxito. Fue también durante ese tiempo cuando conoció al legendario diseñador Halston, con quien colaboró en numerosas ocasiones y al que le unió una gran amistad.
También creó el Teatre Akademia, en Barcelona, por donde han pasado nombres de la talla de Isabella Rossellini. Peretti vivía en Sant Martí Vell, un pequeño pueblo de Girona.
Sus diseños evocan sutiles abstracciones, lo que en su día supuso una actitud fresca frente a la joyería tradicional. Desde sus exquisitos collares y pendientes realizados en cota de malla a sus vajillas Padova o sus revolucionarios Diamonds by the Yard –todos ellos realizados con plata esterlina, su material preferido–, sus creaciones son la prueba de su decidida intención de convertir lo ordinario en extraordinario sin por ello renunciar al sentido común: “Para mí, una buena forma y unas buenas líneas son eternas”.
Porque no hay que olvidar que una joya debe durar más allá de tendencias temporales y ganar interés con el paso del tiempo. Sin embargo, sus diseños no son atemporales, se inscriben en el tiempo en que se realizaron, lo que los convierte en testigos de una época y les añade valor. Elsa transmitía estilo y su personalidad a sus objetos, lo que hace que estos sean únicos y eternos, como ella.