Si un yate fuera un piso, seguramente sería un ático. Un bombón para un arquitecto. Un regalo para un interiorista. Un espacio lleno de posibilidades que tiene las mejores vistas imaginables. Un lugar para empezar a crear sin límites aparentes, sin rigideces más allá de garantizar el confort sin renunciar a la estética. La madera se perfila como el material imprescindible para dar lugar a ambientes atractivos y cálidos, aunque cada uno lo aplica a su manera: integral, cubriendo paredes, techos y suelos, o en pequeñas dosis, combinada con metal o con mármol. Surcar el mar a bordo de un yate, disfrutar de un baño de sol en cubierta o cobijarse en su interior cuando empiezan a caer las primeras gotas es toda una experiencia que hay que vivir al menos una vez en la vida. Y los creadores que están acostumbrados a pensar en vertical, cambian su punto de vista para dar respuesta a estas expectativas y diseñan modelos de superlujo que dan una vuelta de tuerca a este sector, a menudo anclado en los mismos patrones. La incursión de interioristas como Ilse Crawford o Philippe Starck en el mundo de la navegación es necesaria: aportan aires nuevos, su particular imaginario, a un universo que da mucho juego, siempre y cuando se esté dispuesto a arriesgar. Y de eso ellos saben mucho. Cabe la posibilidad –o el sueño– de viajar en barco hasta nuestra isla favorita; de ser los inquilinos de estos pisos flotantes que siempre nos llevan a buen puerto. Feliz travesía con...
Philippe Starck
Con una longitud de 119 metros, el barco A surca los mares con el impecable diseño de Philippe Starck. No es el único proyectado por el diseñador. El francés es el autor de una colección de yates que, si atracaran en el mismo puerto, competirían en dimensiones, originalidad y elegancia. El mismo millonario ruso que encargó a Starck el A le encargó, algunos años más tarde, un modelo más grande que combinara vela y motor. Philippe firmó un ejemplar excepcional que lleva el mismo nombre, A. Otra perla de Starck en cuestión de navegación fue el diseño del barco para Steve Jobs, Venus. El fundador de Apple no llegó a verlo porque murió un año antes de la botadura. No se sabe mucho del interior, salvo que en el puesto de mando, siete ordenadores iMac sustituyen a las habituales consolas de control.
John Pawson
El B60 es un velero blanco de 18 metros fruto de la colaboración con el arquitecto naval Luca Brenta. El reto consistía en crear un barco para la compañía b-yatchs que pudiera participar en competiciones y tener también un uso recreativo, ofreciendo a los que navegaban la sensación real de cercanía al agua. Este objetivo se logró con una calidad espacial y ambiental excepcionales, sobre todo en lo tocante a arquitectura interior. La cubierta se realizó en teca blanqueada y teñida para que armonizara con el casco. El tejido de los sofás es de Rudolf Schindler. El nombre es un guiño a la obra minimalista del arquitecto inglés: almost nothing (casi nada).
Ilse Crawford
La diseñadora británica es la responsable de la rehabilitación e interiorismo de una histórica embarcación de recreo de 1938. “Shemara tiene una historia tan rica que fue imposible no dejarse cautivar por ella”, afirma Crawford. Darle un enfoque hogareño, y no el aspecto de un hotel de cinco estrellas, fue una prioridad para el estudio. Investigaron en la historia de los yates a motor de principios del siglo xx, en el espíritu de las excursiones de verano de los Kennedy en la Riviera italiana, y se esforzaron en que la estructura interna y la carpintería del barco fueran lo más fieles posible a la esencia artesanal original. Esto creó un marco robusto para poder decorar el yate con los muebles del cliente, de distintos períodos.
Piero Lissoni
Para diseñar el interiorismo de su modelo SX88, la firma naviera Sanlorenzo confió en Piero Lissoni. El diseñador concibió un único espacio, sin interrupciones, a través del cual se suceden, de popa a proa, una cocina abierta, el comedor y una sala de estar, todos con grandes paredes de vidrio para disfrutar todo el día de las vistas al mar. “Sigo pensando en barcos, incluso en los más grandes, como si fueran desvanes, espacios muy abiertos y muy habitables que permiten estar en contacto con lo que nos rodea”, dice el creador. Su gusto también se hace patente en la elección del mobiliario, una mezcla de piezas de diseño y objetos encontrados “por casualidad” que dan un ambiente doméstico.