Los textiles no volvieron a ser lo mismo gracias a Lucienne Day
El mundo del diseño celebra el centenario del nacimiento de esta pionera que contribuyó a elevar los tejidos a materia creativa
Angels Manzano
Periodista especializada en decoración y diseño interior
Es raro que un diseñador textil logre un alto perfil público. Lucienne Day fue la excepción. Descubrió su talento para el diseño gráfico en el Royal College of Art, donde estudió de 1937 a 1940. Allí conoció al diseñador industrial Robin Day, con quien se casó y vivió hasta su muerte en 2010, a la edad de 93 años (Robin moriría nueve meses después). Se les compara a menudo con el matrimonio Eames, pero ellos trabajaron de forma independiente, aunque compartieron un apasionado compromiso con el diseño moderno.
Lucienne inició su carrera en un momento en que el diseño apenas empezaba a emerger como una profesión reconocible: fue una pionera. Sus primeras creaciones fueron telas de vestir, pero rápidamente se dedicó a textiles para el hogar. La revolucionaria tela Calyx (1951), de inspiración artística y que causó sensación con sus colores llamativos y su osada abstracción, marcó un punto de inflexión en su carrera. Este diseño abrió una nueva estética profundamente influenciada por la pintura abstracta europea. Sus textiles hablaban el lenguaje visual de Kandinsky, Miró y Klee. Un gesto nada elitista, al contrario, profundamente democrático ya que a Lucienne le complacía pensar que las personas que no podían comprar una pintura para su sala de estar al menos poseían un par de cortinas con dibujos abstractos.
En los años sesenta, sus dibujos en zigzag y rayas de color brillante puro eran el equivalentes a las pinturas de Patrick Heron de ese período. Sus bocetos, dibujados en guache sobre papel, son obras de arte en sí mismos. En 1975, a los 58 años, Lucienne se retiró del diseño industrial para dar rienda suelta a su creatividad por medio de mosaicos de seda de gran formato, hechos por artesanos con miles de diminutos pedazos de seda, que se mostraron en galerías y museos a lo largo de las décadas de los ochenta y noventa y obtuvieron un gran éxito y reconocimiento internacional. Hoy en día, la Fundación Robin y Lucienne Day vela por que sus diseños originales sigan editándose con la misma calidad, y es la artífice también del vasto programa de actividades con el que este año se rinde homenaje a la mujer que insufló una bocanada de aire fresco a los hogares británicos.