¿Por qué conformarse con una vela cuando con un conjunto de ellas puede obtenerse una sinfonía de luces y sombras? No lo decimos nosotros, sino Helena Rohner. La diseñadora sale de nuevo de su zona de confort, las joyas, y se sumerge en una nueva aventura creativa de la que sale triunfadora. Rohner firma una colección de objetos, en este caso velas, que dice más por lo que no es que por lo que es.
Colección Anaga, de Helena Rohner para Cerabella.
La colección de Helena Rohner para Cerabella es sutil y delicada, no es ampulosa ni excesiva. Una vez más, su trabajo se define tanto por aquello que incorpora como por aquello de lo que prescinde. Y así, fiel a sus valores estéticos, se ha labrado una carrera coherente, sólida en su fragilidad, reconocida y reconocible.
Anaga –que así se llama la colección– concentra sus valores en el diseño, el color y el material. Así, se consigue crear "un escenario luminoso, suavemente colorido y con reminiscencias mediterráneas para iluminar de manera orgánica estancias en pausa", dice la diseñadora.
Colección Anaga, de Helena Rohner para Cerabella.
Las formas redondeadas definen la colección, así como una escala cromática que va de los colores fríos a los cálidos sin estridencias. Las velas combinadas entre sí crean un agradable conjunto a la vista, aportando serenidad y calma a la casa.
En el taller de Helena conviven las joyas y las velas, creando una rica experiencia para los sentidos. Afortunadamente, no es la primera vez que la diseñadora colabora con otras firmas. Junto a la marca danesa Georg Jensen ha diseñado llaveros, un infusor de té, una vajilla de desayuno en porcelana o un juego de platos y cubiertos para niños, mientras que, junto a Dac Rugs, de Barcelona, ha creado una línea de alfombras con formas sencillas y colores llenos de vida que iluminan las estancias igual que la joya ilumina el cuerpo.
Retrato de Helena Rohner.