El arte de recomponer
Carla Cascales crea piezas escultóricas a partir de desechos de materiales siguiendo la tradición japonesa del 'kintsugi'
Carla Cascales es un diseñadora e ilustradora con base en Barcelona que también ha encontrado su propia vocación como escultura. A esto último es lo que dedica gran parte de su tiempo en la actualidad tras haber desarrollado una carrera profesional en lo primero. Una colección la tiene enganchada, Étimo, palabra que en griego significa "origen". Surgió tras haber recibido el encargo de ilustrar un cuento de un libro homenaje a Ana María Matute,Los hijos muertos, y como acabó de plasmarlo fue en un collage de mármoles.
En el viejo taller de maquetas para arquitectos de su padre, oficio en vías de extinción, comenzó a probar otras soluciones a partir de esa idea: la de crear con pedazos de materiales rotos siguiendo la técnica japonesa del kintsugi. Esta consiste en arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.
"De la idea de la belleza japonesa me gusta en especial la filosofía wabi-sabi, en la que se profesa una admiración por lo imperfecto, lo mutable y lo que está incompleto. Es lo opuesto de la admiración por lo perfecto o del miedo por el paso del tiempo", reflexiona Cascales. "Son conceptos que se aplican por igual a las cosas y a las personas. Mostrar nuestras heridas nos hace más fuertes. Establece una relación más armónica con el mundo que nos rodea y nos lleva a ser más felices y vivir mejor".
La colección Étimo ha ido creciendo en sintonía también con la fascinación de Cascales por el minimalismo, la sencillez, el expresionismo abstracto y la arquitectura moderna. "Me gusta que mis piezas se nutran de diferentes corrientes estéticas, que las formas orgánicas convivan con las geometrías y la belleza de la imperfección con la pureza de los materiales pulidos y relucientes". Ninguna de los que usa –mármoles, piedra granito, maderas... –tienen la posibilidad de reciclarse para la industria, que es de donde proceden, y sin embargo han tenido un final mucho más digno.