Empieza a caer el sol, llega la hora de cenar. Cuando terminas, un capítulo de tu serie favorita y, ¡a la cama! Para algunos, este es el mejor momento del día. Una superficie blandita, una manta gustosa, un cojín suave... Y muchas horas por delante para dormir. No es extraño que los decoradores tengan esa conexión con el dormitorio, una estancia de la casa que hay que aprender a tratar.
Porque no es un lugar de paso, sino la habitación en la que pasamos más horas (algunos, más que otros). Y requiere un cuidado especial porque es el lugar donde descansamos, donde nos recuperamos, el primero que vemos cuando empieza el día.
Los expertos insisten en que un dormitorio con luz natural ayuda a regular los ritmos circadianos, por lo que una cortina que regule –no que tape– la luz puede ser fundamental. Pero hay otros trucos que ayudan a hacer del dormitorio un lugar espacial. Te presentamos algunos de ellos.