Desde el inicio del desarrollo de la iluminación artificial, la tecnología y el diseño han buscado conseguir lo que de forma natural podría considerarse una contradicción: dirigir la luz. Desde el primer juego de sombras hasta la más moderna fibra óptica pasando por el candil, la idea es siempre la misma. Al emplear la luz de una manera controlada, iluminar se convierte en un elemento más del diseño que permite resolver los proyectos arquitectónicos de una manera más eficaz y explorar un mundo de posibilidades estéticas y funcionales infinito, tanto dentro como fuera de la casa.
Efecto envolvente
La luz natural por definición es dispersa. Abarca todo el volumen a su alrededor, y tenderá a ocupar el máximo espacio posible hasta quedar sin intensidad o encontrarse con un obstáculo. Esta característica “caótica” de la luz es en muchas ocasiones su principal cualidad ya que permite iluminar espacios de forma difusa y general. En cambio, en otros casos, los requerimientos del proyecto imponen una cierta necesidad de “domesticar” la luz y encaminarla según un diseño determinado. El tema está en planificar antes de la reforma.
Un pequeño gran aliado
Gracias a su tamaño diminuto y diversidad de formatos, la luz LED hace posible trascender las limitaciones de la lámpara tradicional, limitada a un punto de luz focalizado. Especialmente los LED en tiras flexibles son más versátiles, en líneas continuas de luz que pueden extenderse a la longitud deseada. Una buena colocación, puede evitar una gran cantidad (y consecuente gasto).
Las luces LED pueden integrarse en el suelo, las paredes e, incluso, en los muebles para acentuar objetos o crear efectos escénicos.
Forma y función
Al dirigir la luz se puede jugar con las sombras para crear espacios, destacar volúmenes, formas y texturas. También permite modular el confort visual adecuado para cada necesidad, señalizar de manera no invasiva y matizar ambientes sin intervención material. Hay que tener en cuenta que no todas las estancias requieren la misma iluminación.
El calor de una vela
Para recrear un ambiente envolvente y cálido, que favorezca la relajación, el tip perfecto se llama "velas". Eso sí, únicamente para definir momentos, un rato de lectura, antes de ir a dormir, una cena… (En este último caso, deberán sin perfumar, para no alterar el sabor y olor de los alimentos). Dato a tener en cuenta: Las estancias que acogen una actividad que requiera una mayor concentración se benefician de una luz más fría y blanca.
Rincón de lectura con lámpara de Louis Poulsen. En este caso, las velas también pueden ser una alternativa.
Crear caminos de luz
La fibra óptica es la solución técnica más interesante, innovadora y sorprendente para el diseño con luz, y la que realmente la dirige de manera literal. Es algo parecido a una tubería para transportar la luz procedente de un LED instalado en el extremo. Si se texturiza la superficie de este “tubo”, la luz también se verá por todo el contorno, por lo que se puede conseguir, de un modo eficiente y elegante, tanto juegos lumínicos como curvas ilimitadas para poder diseñar un nuevo concepto de luminarias.
Armonizar las proporciones
Una lámpara de pie sobredimensionada o una gran escultura lumínica encima de la mesa, puede convertirse en el centro de atención de un salón. Sin embargo, por lo general, conviene adaptar el tamaño de las lámparas a la estancia y los muebles con los que se combinen, para crear un conjunto equilibrado.
En esta imagen hay tres focos diferentes de luz, a fin de recrear el ambiente deseado en cada momento.
Plan ahorro
Más allá de lo comentado, hay un asunto de carácter global que no podemos descuidar. Ultimo pero no menos importante. Cortinas ligeras, colores claros y ambientes comunicados serán tus mantras para aprovechar la luz del día.